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Caen las exportaciones de carne

Uruguay volverá a exportar más carne que la Argentina en 2012, pese a que tiene 35 millones de cabezas menos de ganado. Esto se desprende de un reciente anuncio del Instituto de las Carnes (INAC) de ese país, que estimó que las ventas externas alcanzarán los US$ 1400 millones. Aquí, en cambio, la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes de la República Argentina (Ciccra) informó ayer que las exportaciones tuvieron una caída de 24,4 % entre enero y julio de este año respecto del mismo período del año pasado. “Si se proyecta esa baja a diciembre se llegarán a 1200 o 1300 millones de dólares”, dijo Miguel Schiariti, presidente de Ciccra. Lo curioso es que los uruguayos no han dejado de comer carne, a pesar de ser grandes exportadores. Según el INAC, el consumo per cápita de cortes vacunos se ubica en un promedio de 60 kilos anuales, contra los 58,2 de la Argentina. De esa forma los números desmienten los análisis tradicionales que explican que cuando un país aumenta sus exportaciones de carne su consumo interno se deteriora. Con ese criterio, cuando el 25 por ciento de la producción de carne tenía como destino el mercado externo, el Gobierno decidió en 2006 prohibir las exportaciones vacunas. Dos de los factores que atentan contra la competitividad de las exportaciones, según Ciccra, son el “atraso cambiario” y la existencia de los derechos de exportación, del 15 por ciento, que “no se pagan en ninguno de los principales países competidores”. Esta falta de incentivos para los productores está erosionando los precios que los frigoríficos pagan por la hacienda. Según Ciccra, el valor del ternero registró una caída de 14,2 por ciento anual si se lo compara con el aumento del costo de vida. “En un año, los valores del ternero apenas aumentaron, pero si se los compara con el índice de precios al consumidor (IPC) del Congreso, la baja es del 14,2%”, explicó Schiariti. Este deterioro permite pronosticar una caída de las inversiones de los criadores, el eslabón más débil de la cadena cárnica. Si esa tendencia se mantiene, se frenaría el proceso de recuperación del stock iniciado hace poco más de un año. Entre 2006 y 2009 los criadores fueron los más afectados por los controles de precios y las restricciones a las exportaciones impuestos por el Gobierno. Eso hizo que los valores de los terneros se mantuvieran estancados en esos años, mientras que el consumo de carne llegó a niveles récord de 70 kilos promedio por año. Cuando sobrevino una feroz sequía en 2009 los productores liquidaron el stock de vientres y se perdieron entre 10 y 12 millones de cabezas. La brecha entre oferta y demanda provocó un shock hace dos años que llevó a un aumento del ciento por ciento en los precios de la carne pagados por el consumidor. Otro factor que también está afectando la producción ganadera es el aumento del precio del maíz. Según Ciccra, se desalienta “la suplementación o engorde a corral realizados por los productores, quienes se verán obligados a terminar sus novillos a campo, dado que la ecuación se torna negativa”. A ese panorama crítico se suman, según el informe de Ciccra, las inundaciones que afectan a la provincia de Buenos Aires, donde hay unos 10 millones de hectáreas bajo agua, de acuerdo con las estimaciones de la Confederación de Asociaciones Rurales de buenos Aires y La Pampa (Carbap). Los ruralistas calculan que hay 300.000 cabezas de ganado perdidas por esa causa. Ciccra explicó que “la mortandad de terneros de la presente campaña será elevada, en virtud de que las pariciones se están produciendo en muchos casos en campos inundados”. Además, “la mala alimentación que están recibiendo las vacas en este momento también generará bajos índices de preñez en la campaña por iniciarse, que hará disminuir la cantidad de terneros para el año próximo”. Números críticos

El negocio muestra una pérdida de competitividad

    93 %     Consumo interno     Es la proporción de la producción de carne que se destina al mercado local.

    15%     Derechos de exportación     La carne vacuna, salvo la procesada, paga ese porcentaje en concepto de retenciones.

Por Cristian Mira | LA NACION