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Carne: más enseñanzas uruguayas

Basado en la libertad de los mercados, nuestro socio en el Mercosur ha dado un paso adelante en materia productiva, mientras la Argentina retrocede. Con decisiones sensatas, atendiendo a la libertad de los mercados, Uruguay ha superado los registros argentinos. La realidad en esta importante materia productiva muestra que cada vez que la Argentina da un paso atrás, nuestro vecino y socio del Mercosur da uno adelante. Véanse si no algunos impactantes guarismos sobre consumo de carnes vacunas, sobre sus exportaciones y precios de productos. En el pasado, el consumo de kilos por habitante argentino superó siempre al uruguayo por gran diferencia lo cual hoy, para sorpresa de muchos, está cambiando. En efecto, mientras el consumo argentino en 2010 y 2011 se redujo a 57 kilos y a 55 kilos, respectivamente, el uruguayo creció a 61,2 y 58,5 kilos en los mismos años. Y se estima que, en 2012, el consumo uruguayo será de 60 kilos y, el argentino, de 58. En materia exportadora sucede lo mismo: mientras se estima que el año actual proveerá 1400 millones de dólares a las arcas uruguayas, las nuestras alcanzarían sólo entre 1200 y 1300 millones, cuando la superficie de Uruguay es apenas superior a la de la provincia de Córdoba. Respecto de los precios, cabe recordar que las cotizaciones argentinas han sido superiores en el orden del 10 por ciento sobre las uruguayas. La situación ha cambiado a punto tal que los precios uruguayos son hoy superiores a los argentinos, impulsados por la apertura del mercado de los Estados Unidos y, accesoriamente, Canadá y México, plazas éstas que permanecen cerradas para nuestras carnes. Cabe agregar la reciente incorporación de Uruguay a una cuota abierta por la Unión Europea con motivo de una negociación internacional relacionada con la importación de carnes a Europa proveniente de animales tratados con hormonas. El acuerdo logrado proveyó esa cuota sin aranceles de importación libres de hormonas a las que tiene acceso Uruguay, no así nuestro país, que deberá cumplir con algunas disposiciones vinculadas con los tipos de alimentación. Para lograr esos consumos, ingresos externos y precios uruguayos mejores que los argentinos cabe señalar grandes diferencias en las normas aplicadas en uno y otro país. Mientras Uruguay eliminó las retenciones a las exportaciones, la Argentina las mantuvo en 15% condimentadas con los Registros de Operaciones de Exportación (ROE), además de atraso cambiario y por, si ello fuera poco, con las llamadas baratas, consistentes en la obligación de proveer carnes al consumo doméstico a bajos precios en proporción a las exportaciones. También rigen otras exigencias, los llamados encajes, consistentes en mantener en sus depósitos una proporción de sus exportaciones. Por último, resta señalar que las carnes argentinas han sufrido perturbaciones en la provisión de cortes Hilton, que Uruguay nunca tuvo. Hay también marcadas diferencias políticas entre naciones respecto de la relación de los gobiernos con los productores ganaderos. Solo a título de ejemplo cabe puntualizar la ausencia de las autoridades argentinas de toda jerarquía así como el INTA y el Senasa en la exposición de Palermo. En tanto aquí se reiteran estas ausencias en la exposición del Prado, en Uruguay se verifica año tras año la visita del presidente Mujica, quien suele colocar la insignia en el momento de la proclamación de los grandes campeones. Lo expuesto muestra la inconsistencia de la política relativa al desacople del consumo respecto de la exportación como recurso indispensable para proteger la mesa de los argentinos. La política de los vecinos no solo logró un crecimiento del consumo, sino también de la exportación, utilizando como herramienta fundamental la libertad de los mercados.

LA NACION