El concepto de mercado es muy importante para la economía. Es el lugar donde se produce el encuentro entre la oferta (quienes producen y quieren vender sus productos) y la demanda (quienes necesitan y quieren comprar esos productos)…
El origen de los mercados se remonta a los principios de la humanidad, cuando el hombre se dio cuenta que tenía algunos bienes que le sobraba y que no tenía otros que quería poseer.
Así es como comenzó el intercambio de bienes en la forma de trueque. Te cambio un par de gallinas por un cerdo o varios huevos por un poco de leche. Esto era el trueque. Al principio dentro de un grupo de personas, luego entre diferentes tribus o comunidades y finalmente entre diferentes países.
El mercado es el lugar donde se encontraban físicamente. Es decir, se establecía un día y un lugar donde todos los que tenían algo para ofrecer llevaban sus productos y allí ellos mismos podían comprar aquello que necesitaran.
En la medida en que las economías se van haciendo más complejas, la producción se hace cada vez más especializada y -por lo tanto- hay cada vez mayor y más variado tipos de comercio y mercados.
Mientras más nos especializamos en algún tipo de producción, más necesitaremos recurrir a mercados donde comprar el resto de lo que necesitamos.
Los problemas de mercado
Por supuesto, este tipo de situaciones generaron algunos problemas: por ejemplo en un mercado donde se concentraba la producción, comenzaron a haber abusos. Un productor grande terminaba arruinando a los productores mas chicos poniendo un día precios muy baratos, obligándolos a abandonar el mercado. También era donde se concentraba la mayor cantidad de dinero y, obviamente, el lugar ideal donde cobrar impuestos.
Todas estas situaciones generaron la necesidad de regularlos para que funcionen mejor, con mayor transparencia, impidiendo la formación de monopolios, etc. Pero por lo general las intervenciones eran para fortalecer los mercados, ya que son el origen de la riqueza y la producción.
La producción no viene del aire, viene del trabajo de un grupo de personas que producen más de un bien con el objetivo de poder cambiarlo por otros que necesitan. Si de pronto hay muchas restricciones en el mercado que te impiden vender tus excedentes, lo más probable es que dejes de producir lo que te sobra.
Es decir que el éxito de las intervenciones en el mercado se mide con dos variables:
1. Que se ofrezca (produzca) cada vez más en el mercado intervenido.
2. Que los precios ofrecidos vayan disminuyendo con el tiempo.
SI no se logran ambos objetivos, entonces la intervención ha sido más dañina que beneficiosa.
La obsesión por controlar
El gobierno nacional comenzó, al principio despacio, pero luego más rápidamente a intervenir los mercados, pero no con el ánimo de transparentarlos o hacerlos más justos o eficientes, sino para desarticularlos y remplazarlos por reglas atadas a la voluntad del funcionario de turno.
Así es como primero se destruyó el mercado de energía y combustible. Todos los incentivos a producir e invertir para el sector privado fueron cambiados por la decisión de inversión del Estado. El resultado fue la pérdida del autoabastecimiento. Mientras la economía desde el 2003 creció más de un 100%, la producción de energía lo hizo un poco más del 40%, lo que se evidencia en la creciente necesidad de importar combustible.
El segundo fue el mercado de futuros de los granos y la producción de trigo, maíz y carne. Desde que comenzó la intervención la producción de todos estos productos es cada vez menor.
Otro es el mercado inmobiliario. Uno de los sectores más dinámicos en los últimos tiempos fue obligado a pesificarse, con lo cual comenzó un proceso de deterioro del que nada parece podrá rescatarlo.
El mercado cambiario también perdió su relevancia y varias casas de cambio se han visto obligadas a cerrar. Esto no ha mejorado las operaciones, sino que ha creado una cantidad enorme de dólares distintos y cada vez más alejados uno de otros.
Finalmente llegó la reforma al mercado de capitales, con una regulación cuyo claro objetivo es poder intervenir las empresas ya cotizantes, y no fomentar su expansión y transparencia. Esta ley definitivamente espanta a toda empresa que haya pensado en abrir su capital usando este mercado.
Fallas del mercado y del Estado
Lo que vimos con esta descripción es que el gobierno ha ido eliminando mercados en lugar de fortalecerlos y, hasta ahora, los resultados son cada vez peores. Porque es tan cierto que existen las fallas de mercado que deben ser reguladas y minimizadas, como que existen las del Estado y que una mala intervención puede dañar mucho más que una falta de regulación.
Hay muchas voces dispuestas a defender cualquier intervención por parte del Estado como buena, en contraposición con la falta de intervención de los 90. Lo cierto es que los excesos de hoy pueden ser tan nocivos como las carencias de ayer, y muchas de las últimas intervenciones dañan más de lo que promueven y preservan.
En la medida en que las economías crecen y se hacen cada vez mas sofisticadas, para crear incentivos, transparencia y mayor equidad, es necesario generar mejores mercados y no destruirlos. Dejar los manejos a políticas discrecionales y arbitrarias muestra, hasta ahora, que se destruyen mercados y con ellos a la producción.
Mas intervención y control ha significado hasta ahora menos energía, menos agricultura, menos construcciones y ahora menos inversión. Resulta evidente que en función de los resultados obtenidos, que con la destrucción de mercados se generan más problemas que soluciones.
Por Tomás Bulat – El Cronista