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«Ningún agroquímico es inocuo, pero puede aplicarse en forma inocua»

weissweb

El ingeniero agrónomo Ricardo Weiss consideró que las aplicaciones pueden hacerse sin afectar la salud. Dijo en la Rural que hay que respetar a quienes piensan distinto, aunque opinen por ignorancia
La polémica suscitada por el manejo de agroquímicos y su aplicación en zonas periurbanas fueron ampliamente tratados en una jornada realizada en Río Cuarto, donde el ingeniero agrónomo Ricardo Weiss hizo una detallada descripción de la ley de agroquímicos y de los pasos que se dieron para lograr consensos al momento de su tratamiento en la Legislatura. El profesional destacó allí que no existe ningún producto inocuo para la salud y el ambiente, pero que pueden ser aplicados en forma inocua si se hacen las cosas bien, cumpliendo con la ley.
Expresó Weiss que los profesionales insisten en que hay que someterse a las regulaciones que impone la ley y destacó que se observa una fuerte voluntad política en el Estado provincial para hacer cumplir la ley, aplicando sanciones cuando corresponde, pero sin obstaculizar el trabajo de los productores.
Weis formuló estas apreciaciones luego de disertar en la Sociedad Rural de Río Cuarto sobre «Alcances, deberes y derechos de la ley de agroquímicos y sus implicancias, en una jornada de la que también participó el doctor Carlos Arrigoni, representante legal del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Córdoba. La jornada fue organizada por la propia Rural, su Ateneo Juvenil y la Asociación de Ingenieros Agrónomos del Sur de Córdoba.
Destacó Weiss que la ley de agroquímicos que hoy tiene la provincia surgió del consenso entre un importante número de entidades que van más allá de las del sector agropecuario. «En las discusiones estuvieron el Defensor del Pueblo, las universidades, el Ministerio de Salud y en algunas reuniones hasta participó la Patrulla Ambiental de la Policía, por citar sólo algunos ejemplos. Sólo faltó alguna participación mayor de los municipios. Todo aquel que tenía algo para decir, lo pudo hacer. Y cuando el proyecto estuvo en la Legislatura, hubo audiencias públicas convocadas por los legisladores».
Explicó entonces que el objetivo de quienes impulsaron la ley desde el colegio profesional fue que el productor pudiera trabajar tranquilo. «Tanto como se lo permita el cuidado de la salud de los vecinos. Muchos se quejan porque cumplir con la ley es engorroso, pero hay que cumplirla. La producción agropecuaria es un bien que hay que proteger, pero antes están la salud y el cuidado del ambiente, porque sin salud ni ambiente, no hay producción agropecuaria. Todo va encadenado».
Para Weiss, lo que está faltando en el debate sobre agroquímicos, es respeto. Un detalle que, a su juicio, afecta todos los aspectos de la vida de los argentinos, «que somos muy propensos a faltarle el respeto a la gente». Es por eso que sostuvo que el tema debe ser discutido sin agresiones, con argumentos y en un marco de respeto. «No podemos tratar de talibán a alguien que dice algo en contra de los agroquímicos. No es un talibán: tiene sus convicciones como yo tengo las mías. Y si habla desde la ignorancia, él no tiene la culpa de ser ignorante. Tenemos que ayudar a quien dice cosas por ignorancia para que conozca cómo es la problemática de los agroquímicos. Y al que dice cosas con mala fe, parémosle el carro, refutemos con argumentos lo que está diciendo», afirmó.
Reiteró entonces que el respeto está en la base de todo: «Si yo como productor no respeto al vecino que está al lado, estamos en problemas. Como también lo estamos si el vecino del pueblo pegado al campo no respeta al productor».
«También tenemos el defecto de simplificar las cosas. De decir: esto pasa por tal cosa. No, a lo sumo, eso que se señala es uno de los factores que inciden en tal o cual problema. Hay que analizar todas las causas porque no todas tendrán la misma importancia. Debemos analizar todo en un marco de una discusión con respeto, que es lo que nos falta a los argentinos y no sólo en esto de los agroquímicos, sino en la política, en la religión, en todos los temas que pueden tener algo de polémica», manifestó el profesional que, por otra parte, se mostró agradablemente sorprendido por la participación de tantos jóvenes ateneístas y estudiantes en la jornada ruralista.
Sostuvo entonces que no todo pasa por prohibir. Si se habla de distancias, «si un agroquímico se usa mal lejos de mi casa, lo mismo no me voy a salvar de sus efectos. Comencemos por hacer las cosas bien, porque no podemos prohibir todas las cosas peligrosas, porque si no tendríamos que prohibir los cuchillos, los autos o la luz eléctrica. Y no podemos hacerlo porque no podemos vivir más sin esos elementos, como lo hacían nuestros antepasados».
-¿Cómo sería una buena manera de manejar esa discusión?
-Tenemos que empezar por entender que ninguna de las partes tendrá solucionado su problema en un 100 por ciento. Todos tendremos que resignar algo y, entre todos, propender al dichoso bien común del que nadie se acuerda. No puedo tener todo para mí, tengo que dejarle algo al otro porque si me encierro en mi postura, no tendré nada.
-¿Cuál sería, en ese marco, el consejo para el productor y para el profesional involucrado en esta actividad?
-El primero, someterse a las regulaciones. Porque si no lo hacemos, nos vamos a someter a prohibiciones y eso es mucho peor.
-Entonces reconocen, como profesionales, que hay gente que hace las cosas mal.
-Somos humanos y siempre alguno mete la pata. Lo importante es que reconozcamos que hay errores, que los tenemos todos, nadie se salva, y que busquemos la forma de solucionarlos. Y, lo más importante, que no nos cortemos solos. Los ingenieros solos, no solucionaremos nada, como tampoco lo harán los productores ni los ambientalistas, por si solos. Cuando nos sentemos en una mesa, en un marco de respeto, para intercambiar opiniones y argumentos, podremos empezar a ponernos de acuerdo y nos vamos a beneficiar todos.
-Cada tanto aparece algún legislador queriendo prohibir las fumigaciones o buscando alguna modificación drástica de la ley.
-Si, pero a nosotros nos tranquiliza y en su momento nos dio una gran satisfacción, que cuando la ley se trató en la Legislatura, todos se prendieron. La aprobaron todos los partidos: los peronistas, los radicales, la izquierda, los juecistas, todos. Entonces, que alguno de ellos ahora no esté de acuerdo, es contradictorio. Antes debería mirar hacia adentro de su partido y analizar qué se pensó en ese momento. Desde el primer borrador hasta que salió la ley, pasó todo un año en el que se habló con todos los bloques, se contestó a todas las dudas y los legisladores consultaron a sus asesores y vieron qué se pensaba en sus pueblos antes de votar la ley. Y después, la sesión duró sólo una hora porque todos estaban compenetrados en el tema.
-¿Cuál sería, entonces, el mensaje para los productores y hacia la comunidad?
-No hay agroquímico inocuo. Lo que hay, son formas inocuas de utilizarlo. Si yo tengo un cucho filoso y se lo doy a un chico de tres años, es un arma asesina. Pero mi mujer lo puede utilizar hábilmente en la cocina. Con estos productos pasa lo mismo. Estamos en Córdoba y en la Argentina, no en Alemania o Dinamarca donde sale una ley y todo el mundo la cumple. Es una rueda que durante muchos años estuvo parada y que ahora hay que poner en movimiento. Ahora lleva varios años girando y nosotros detectamos que hay voluntad política para hacerla cumplir. El Estado provincial se ha comprometido con esto y al que no le tembló el pulso cuando hubo que tomar sanciones y hasta llegó a incautar equipos de fumigación. Y, lo que también es importante, no aplica sanciones para recaudar. Si uno se pone en regla puede trabajar sin problemas. Pero si se hacen las cosas mal, hay gente con denuncias penales y hay empresas de agroquímicos con varios locales clausurados.
Jorge Vicario
[email protected]