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El trigo: ¿una nueva frustración?

Los productores quieren que se termine con la intervención de los mercados y se liberen las exportaciones. El Gobierno propone una apertura coyuntural y ofrece apoyo financiero para sembrar

En momentos en que los productores deberían estar decidiendo la siembra de trigo, muchos parecen estar esperando el final de una cosecha que se presenta como mucho mejor a la anterior, pero sin pensar en volver al cereal. El antecedente de la campaña anterior no podría ser peor: se sembraron apenas 3,28 millones de hectáreas, casi la mitad de los 5,95 millones del año 2007, cuando el Gobierno empezó con sus intervenciones al mercado triguero.

Hace unos días, el presidente de la asociación Protrigo, Domingo Capeloni, advirtió que la Argentina sufre de “falta de políticas” para producir 25 millones de toneladas de trigo y colocar en el exterior el cereal, y alertó que en la última campaña no llegó a cosecharse ni 10 millones.

“Argentina no tiene problemas, sino falta de políticas, porque está en condiciones de multiplicar su producción, y donde los mercados están. Lo que no estamos haciendo es atender los requerimientos de la demanda”, expresó.

Capeloni pidió “tener en cuenta que nuestro principal candidato o comprador es Brasil y ni siquiera estamos atendiendo a los requerimientos que tiene ese país vecino”. De hecho, Brasil está recurriendo a Rusia para compensar las compras de trigo que Argentina ya no le puede asegurar.

Ante la aproximación de la época de siembra y con el propósito de alentar a los productores a la siembra de trigo, el ministro de Agricultura de la Nación, Norberto Yauhar, prometió ayuda financiera para la siembra de trigo a través del Banco Nación y el Banco Provincia de Buenos Aires, al tiempo que expresó su intención de canalizar buena parte de ese auxilio crediticio a través del movimiento cooperativo, por medio de CECOFE, CAFER, Coninagro y AFA.

Se supo también que Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior pero con facultades propias de un ministro de Economía, aseguró a los exportadores que tendrán libre disponibilidad para comercializar el trigo que produzcan los pequeños productores. A los grandes, en cambio, se les asignaría un cupo que permitiría dejar un saldo exportable de 7 millones de toneladas.

Pérdida de divisas

En un estudio dado a conocer esta semana, el ingeniero agrónomo Néstor Roulet, ex vicepresidente de CRA, consideró que la baja siembra de trigo dejó un saldo exportable tan bajo -que ni siquiera llegaría a los 3,5 millones de toneladas que dice el Gobierno- que el país perdería 2.192 millones de dólares más que el año pasado. Y si se considerara el potencial que significa haber sembrado los casi 6 millones de hectáreas de 2007, se perdieron de ingresar a la Argentina más de 2.800 millones de dólares.

Esto confirma que los ingresos de dólares por las exportaciones de trigo en Argentina será muy bajo, justo en un contexto donde el Gobierno Nacional necesita –por el aumento de las importaciones- mayores ingresos de divisas.

Roulet estimó que el saldo exportable real –producción menos consumo interno- será de tan solo 2,32 millones de toneladas. La proyección del Gobierno de exportar 3,5 millones son sumando las 1,4 millones de toneladas de stock final de la campaña anterior y dejando un mínimo -0,3 millones de toneladas- stock final.

Expresó el ruralista que la menor producción de trigo tiene incidencia negativa no solo para el país, sino en toda la economía de lo nosotros llamamos “ruralidad”, es decir en cada uno de los pueblos del interior y sus habitantes.

Si bien parte de esta merma de la producción en algunos años se la puede asignar a la sequía –con menores rendimientos por hectáreas como en las campañas 2008/09-, “el grueso de las pérdida de producción del país de trigo se debe a la menor superficie de siembra por el desaliento que producen las intervenciones del Gobierno en los mercados –haciendo que siempre se cobre menos que el FAS teórico- y por la aplicación de una menor tecnología a causa de la incertidumbre de los mercados y el aumento de los costos de producción.

Desconfianza

En el mismo sentido se pronunció el presidente de la Sociedad Rural de Río Cuarto, Eduardo Bagnis, quien expresó su preocupación porque los productores no puedan aprovechar las buenas condiciones de humedad en el perfil del suelo para sembrar trigo. “Esto se debe fundamentalmente a la incertidumbre que hoy tiene el productor con respecto a las condiciones que tendrá que vender el año próximo, el trigo que recoja a fin de año”, enfatizó.

Para Bagnis, el problema es que el productor ya no le tiene confianza al Gobierno y, por lo tanto, descree de los periódicos anuncios de apertura de los mercados porque sabe que al momento de la cosecha, las autoridades harán un manejo político de los registros de operaciones de exportación (ROE verde) y se verán obligados a volver a vender con descuento. “Es lamentable, pero con las funestas consecuencias que han tenido las medidas coyunturales tomadas desde la llegada del kirchnerismo, resulta irrisorio que el Gobierno siga hablando de su hipotético Plan Estratégico Agroalimentario que -según su criterio- será la manera de garantizar soberanía alimentaria”, concluyó.

Jorge Vicario
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