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El pulso económico: cuando los datos desmienten el discurso

La “maquinita” de imprimir billetes y el consumo de reservas han sido los motores del gasto del gobierno de Cristina Kirchner, al que no le alcanzó la presión impositiva récord. Entre el 20 de septiembre de 2012 y el mismo día de este año, la circulación monetaria aumentó 26%, mientras las reservas cayeron en un porcentaje parecido: 23%. Se perdieron US$ 10.426 millones del activo del Banco Central. Son esas reservas las que sirven para defenderse de corridas cambiarias y financiar los pagos al exterior por importación de bienes, servicios y derechos.
A la Presidenta le gusta decir que así se sostiene el gasto en favor de los más débiles. No parece. Sus propios números la desmienten. La manipulación estadística no ha llegado suficientemente lejos. O no tiene coherencia.
En materia de gasto, lo social no parece la prioridad. En el primer semestre, sólo en subsidiar el consumo de energía eléctrica el Gobierno gastó 2,6 veces más que en la Asignación Universal por Hijo (AUH). El total gastado en AUH más el resto de las asignaciones familiares alcanzó en seis meses a $ 77,25 millones por día. En subsidiar el consumo de energía se utilizaron 98,1 millones diarios.
No son los sectores más pobres los que más energía consumen. Y la crisis energética que el Gobierno ha causado es una de las peores herencias que dejará. La Presidenta del país que tiene los corredores viales en pésimo estado, cuyos trenes tienen un patético abandono y en el que ya casi es imposible comunicarse por teléfono móvil porque las frecuencias están saturadas, mientras el Estado retiene una porción sin utilizarlas, promete ahora satélites.
Es el mismo kirchnerismo que prometió un tren bala y terminó con las catástrofes de Flores, Once y Castelar. Que prometió un fantasioso gasoducto que vendría desde Caracas y ahora recurre a la peligrosa retórica nacionalista y xenófoba, afirmando que el gas que no tiene el país se lo “regaló” a los chilenos en la década del 90. Es mentira, y sería peligroso si la Presidenta retuviera el apoyo popular que tuvo hace apenas dos años. Una situación de crisis y un líder político que comienza a culpar a minorías y extranjeros de los males del país es todo lo que se necesita para comenzar a generar una situación de horror en un contexto de deterioro y debilidad de instituciones y partidos políticos.
El Gobierno discursea que ayuda a los más pobres con su infinanciable gasto público, pero es falso. Cuando se subsidian los consumos de gas se ayuda a quien ya tiene el servicio. El esquema desincentiva la ampliación de las redes. Quienes no tienen gas demorarán mucho más en tenerlo.

 

Los cristinistas preguntan a quienes critican dónde están los desastres que éstos anunciaron. Padecen de ceguera absoluta o de deshonestidad intelectual. Que el país haya perdido el autoabastecimiento energético, que dependa de la importación de gas en barcos, que un problema climático que dificulta la navegación de los ríos lleve al corte del suministro al 70% de las industrias debe parecerles el Paraíso. ¿Qué otra cosa pronosticaron los ocho ex secretarios de Energía a los que hasta la Presidenta ha dedicado toda clase descalificaciones? ¿Era la solución la gestión del “mago” Galuccio, que disminuyó la calidad, aumentó los precios de los productos e hizo crecer la deuda de YPF y ni así logra más producción?
El país enfrenta desequilibrios muy serios, incluso aunque la situación internacional no ha desmejorado tanto como se esperaba.
En su último informe la consultora Ecolatina afirma que la decisión de mantener los estímulos a la economía por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos ha traído alivio a países como la Argentina, por la menor presión sobre el valor de sus exportaciones y de sus monedas. “La fiesta continúa (por ahora)”, es el título del trabajo.
El Gobierno dice que con su enorme gasto hace justicia y que con el crecimiento genera inclusión. “El desempleo en el primer semestre fue de 7,6%, 0,4 puntos superior al de los primeros seis meses de 2012. La situación se vuelve más compleja si consideramos el aumento de la subocupación […] Mientras en la primera mitad de 2012 representaba 8,4% de la población económicamente activa, hoy llegan a 8,9%. En suma, 16,5% de la PEA o 2,8 millones de personas tienen problemas de empleo”, señaló la consultora Analytica.
Por Jorge Oviedo | LA NACION