Un estudio realizado por un equipo de investigadores de la UNRC realizó un relevamiento de los daños ocasionados por los incendios de septiembre en las sierras, y dio como resultado que fueron 81.600 las hectáreas de bosques y pastizales consumidos en pocos días por las llamas en los departamentos Calamuchita, San Javier y Río Cuarto.
El trabajo realizado por el Servicio de Conservación y Ordenamiento de Tierras, de la Facultad de Agronomía y Veterinaria, no sólo refiere a los daños, sino que también a la necesidad de plantear acciones para restablecer las condiciones de los espacios afectados, recuperar la productividad, la armonía ambiental y, a su vez, preparar a las comunidaees para prevenir potenciales incendios incontrolados en el futuro.
“El fuego en ocasiones sirve para regular el ecosistema, pero en otras resulta ser dañino. Por lo tanto, siempre estará presente, de allí que creemos que no debemos quedarnos sólo en los daños provocados sino en buscar el modo de reducir su impacto o tomar acciones de prevención”. De esta manera, el ingeniero Américo Degioanni se refería al trabajo que junto a otros grupos de investigadores de la UNRC llevó a cabo en el análisis de los últimos siniestros en las sierras.
Respecto de las cifras del estudio, el departamento Calamuchita fue el de mayor afectación. En este los incencios consumieron 63.400 hectáreas, constituyendo el 13,5% del total de su superficie. Luego le sigue el departamento Río Cuarto, donde las llamas afectaron 12.700 hectáreas -en un mayor porcentaje pastizales y el resto pedemonte con uso agropecuario-. Y por último San Javier, con 5.700 hectáreas.
Afectación
“A diferencia de los incendios del año 2011, en el 2013 sumado a las áreas de bosque nativo, arbustal y pastizales naturales se han quemado áreas de cultivos forestales con implicancias de corto y largo plazo en las comunidades rurales y urbanas”, precisa el trabajo.
Asimismo, avanza sobre los efectos en la hidrología superficial, particularmente sobre las cuencas hídricas de los ríos Santa Rosa, Los Reartes y El Durazno, sobre los cuales advierten que debido a la cobertura que dejaron los incendios sobre las cuencas, esto condiciona el tiempo de concentración del escurrimiento, lo que causará que las crecientes sean de mayor magnitud y con tiempos más cortos, llegando más rápido a zonas urbanas, además de aumentar el sedimento del agua.
Cabe recordar que las lluvias de principios de octubre arrastraron gran cantidad de cenizas que dificultaron el suministro de agua en poblaciones como Santa Rosa de Calamuchita, donde los acuíferos se vieron contaminados por estos restos.
A su vez, siempre según lo planteado en la investigación universitaria habrá un aumento de las tasas de pérdida de suelos por erosión en laderas, valles y mallines (sitios con mayor humedad, mejores suelos y pastos más tiernos) serranos con probable activación de cárcavas y drenajes.
“Los daños causados son muy importantes, tanto en términos directos sobre la población y el ambiente, como en términos indirectos sobre la producción, economía y sociedad.
PATRICIA ROSSIA