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La violencia gratuita dificulta la búsqueda de soluciones

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El ataque a personal de Monsanto y docentes universitarios santafesinos revela la negativa del fundamentalismo ecológico para establecer un diálogo racional sobre el uso de fitosanitarios. “Critican sin aportar nada”, dice Manera
El doctor Fernando Manera, bioquímico especializado en compuestos tóxicos, manifestó que la puja entre los ambientalistas y la producción no debería existir, pero existe. “Lo más sensato sería que se sentaran a dialogar, pero con el fundamentalismo es muy difícil. Por eso yo digo que los fundamentalismos son un problema muy grave, ya sea político, religioso o ambiental, porque no aportan nada”, afirmó.
Cabe recordar que Fernando Manera es el responsable de bromatología de la localidad en la que vive, y es autor del libro “Una amenaza invisible”, donde habla precisamente de la contaminación con productos químicos a la que estamos permanentemente expuestos.
La opinión de Manera es sumamente valiosa al momento de analizar la peligrosidad potencial que puede tener tal o cual producto, ya que su lucha para lograr conciencia coincide -al menos en parte- con la de algunos grupos ecologistas y con los profesionales que vienen alertando sobre el problema. Es el caso del ingeniero agrónomo Guillermo March (INTA – UNRC), sobre la necesidad de que las instituciones públicas y el sector privado apoyen investigaciones sobre el impacto socio-ambiental de los fitosanitarios.
Por otra parte, el Grupo de Buenas Prácticas Agropecuarias de Río Cuarto, conformado por 14 entidades públicas y privadas, propuso hace unas semanas la creación de zonas vivas forestadas alrededor de los centros poblados, a fin de evitar el contacto de la comunidad con los productos aplicados. Posición que coincide, a la vez, con la propuesta de zonas buffer que Agricultura de la Nación consensuó con Córdoba y con los componentes de la cadena agrícola.
Se trata, sin dudas, de importantes avances en materia de reconocimiento de que, mal aplicados, los agroquímicos pueden ocasionar problemas al medio ambiente y a la población, y de la necesidad de consensuar propuestas que solucionen estos problemas sin afectar a la producción sustentable.
Avances que contrastan, por otra parte, con la actitud violenta de activistas como los que irrumpieron en la reunión que ayer mantenían técnicos de Monsanto con profesionales de la Universidad del Litoral.

Sin aportes

En su última visita a Río Cuarto, Manera destacó que “criticar por criticar, no sirve de nada. Hay fundamentalistas que critican la ley que tenemos en Córdoba y no aportan nada”. Y aseguró que en ninguna de sus charlas pudo confrontar sus ideas con miembros de alguna organización que se oponga al uso de fitosanitarios. “No les interesa confrontar ideas. Lo suyo es rechazo gratuito, sin evidencia científica”, precisó.
A pesar de su crítica hacia los fundamentalistas, a Manera le parece bien que haya planteos ambientalistas, porque estas discusiones ayudan a que la parte que hace las aplicaciones haga las cosas como corresponde. “Porque también hay que reconocer los errores. Yo me canse de ver gente que utiliza en forma ignorante, irresponsable e irracional a los agroquímicos. Yo vi a un hombre que mezclaba con la mano dentro del recipiente de la máquina y la cabeza metida para adentro. Eso es realmente un acto demencial. Imaginate si un hombre es capaz de hacer eso con su cuerpo, que es lo que puede hacer cuando va a aplicar. Esa persona va a traer un problema donde sea que trabaje. Y los principales afectados van a ser su propia familia, porque en su ropa lleva la contaminación al hogar, a su mujer que lavará la ropa. Y esa ropa en contacto con la de toda la familia, la de sus hijos. Por eso digo es un problema muy serio y muy complejo”.
Ahora, aclaró, si se usa todo como corresponde y con productos de bajo nivel tóxico, no debería haber problemas. Y aclaró: “No existe ningún producto no tóxico; todos son tóxicos, algunos más y otros menos”.

Menor toxicidad

El desafío, a su juicio, es tratar de ir hacia una producción con la menor cantidad de químico tóxico posible. Hay varios ya que quedaron prohibidos como el lindano y el DDT. Hay otros como el endosulfán, sobre el que presentó una denuncia muy marcada en el año 2011 y recién se prohibió a partir del 1º de Junio de este año. Y aparte se prohibió, pero se siguió usando hasta que se terminara el producto existente. “Realmente un acto de estupidez, porque si yo tengo el producto, lo debo inactivar y no seguir usándolo hasta que se me termine. En el momento que vos detectás que el producto es dañino, lo tenés que parar. Como el lindano, cuando se prohibió se sacó del mercado y pasó a residuos peligrosos”.
El profesional que vivimos en un mundo químico. Si pudiera elegir vivir en un mundo libre de químicos lo haría, pero no lo tengo, esa es la realidad. Tengo que tratar de moverme y educar a la gente lo más que pueda para vivir con el menor riesgo posible”, precisó. Y tomó el ejemplo de las ondas generadas por los celulares. “Son un problema, si, pero ¿quién anda hoy sin un celular en el bolsillo? Un celular desde que empieza andar emite casi con la misma frecuencia que una torre en determinado lugar y todos lo usan. Pero tenemos que ser responsables, si voy a cargarlo no hacerlo en la habitación, sino en otro lado. Si no lo uso no tenerlo arriba mío, dejarlo sobre un escritorio, no en contacto con mi cuerpo. Son algunas medidas para su uso, no puedo ponerme loco y pedir que todo el mundo deje de usar celulares”, precisó.

Buenas prácticas

Para Manera, en realidad, un agroquímico utilizado “como corresponde, bien usado, con el control, con la receta fitosanitaria, con el viento y la aplicación como tiene que ser, es muchísimo menos nocivo que el agroquímico que yo estoy usando dentro de mi propia casa sin que nadie me diga nada y se lo ponga en la cabeza de mi hijo”.

 

Jorge Vicario
[email protected]

PUNTAL TRANQUERA ABIERTA