El presidente del Grupo Los Grobo participará hoy en el Consejo de Administración Abierto de la Fundación Fada. Será en Constitución 1.043, desde las 19.
El presidente del Grupo Los Grobo, Gustavo Grobocopatel, remarcó que el manejo de las tarifas energéticas aparece como una de las mayores dificultades que mostró en su primera etapa el gobierno de Mauricio Macri, aunque sugirió una particular forma de evaluar las gestiones presidenciales: propuso que la valoración de un presidente se haga por cómo le va al siguiente.
Rechazó la idea de que la actual administración nacional haya favorecido al campo, “más bien lo dejó de desfavorecer”, opinó.
El “Rey de la soja” participará hoy en el Consejo de Administración Abierto de la Fundación Fada, donde interactuará con periodistas locales en una charla organizada en el Salón Osde de Constitución 1.043, desde las 19, bajo la temática del empleo del futuro.
“Hay una crisis a nivel global sobre el empleo y que está vinculado con que de cada 10 trabajos futuros, 7 hoy todavía no existen, no los conocemos. Y ese no es un problema en Argentina sino de todos lados. Sostener el empleo va a estar asociado a la capacidad que tengamos de cambiar de trabajo. Entonces se abre una cantidad de incógnitas y mucha incertidumbre. De una cosa estamos seguros, que si tenemos una sociedad que no está dispuesta a cambiar, va a perder. Si nosotros trabajamos para sostener empleos que ya no funcionan, y que no tienen sentido, es probable que la sociedad en su conjunto pierda y va a estar cada vez más lejos. Entonces el desafío de toda la sociedad, empresarios, gremialistas, trabajadores, es empezar a debatir por lo menos este tema sin fronteras, sin límites, y sin prejuicios. Tratando de encontrar como sociedad una transición que sea lo más inclusiva posible”, advirtió Grobocopatel.
¿Es un desafío de largo plazo?
Sí, es de largo plazo pero que comienza ahora. Y se plantea todos los días delante nuestro. Los desafíos de la uberización de la economía, de la robotización de las industrias, de la materialización con impresoras 3D, el uso del trabajo deslocalizado, tercerizado, son los temas complejos que aparecen todos los días, a veces con mayor o menor vehemencia. Lo que pasa es que por ahí aparecen como notas aisladas que uno no les encuentra sentido, pero que si se lo buscamos están vinculadas con estas transformaciones.
Son señales del futuro…
Así es.
¿En Argentina hay conciencia de esto?
Hay poca conciencia acá, pero también hay poca conciencia en el resto del mundo. Hay algunos lugares donde sí están más ocupados en esto. El año pasado estuve en Finlandia y ahí sí. Son sociedades muy organizadas, muy desarrolladas, que se dan el lujo y tienen la inteligencia de empezar a mirar hacia adelante. Y entonces no solamente crean temas de innovación, sino que generan cambios culturales o educativos alineados a esta megatendencia. En Finlandia estuve participando de la Comisión del Futuro, que funciona en el Parlamento y que se dedica a pensar sobre el futuro y a legislar sobre lo que viene.
Es difícil imaginarlo aquí…
Eso es bastante distante de lo que ocurre en la Argentina, donde estamos tratando de atajar los penales todos los días.
En el camino hacia las nuevas tendencias, ¿cree que sectores gremiales de Argentina van a operar de obstáculos?
Sectores gremiales, pero también empresariales. La resistencia es general. La gente trata de mantener lo que puede hacer, lo que sabe hacer. No es fácil cambiar y decir que lo que se hizo durante los últimos 30 años ya no sirve, ahora hay que hacer algo totalmente nuevo. Es un proceso que en la medida que sea más lento, será más duro.
Si seguimos atajando penales y no miramos el futuro nuestra capacidad de competir será cada vez menor…
Exacto, y es algo que venimos padeciendo desde hace varias décadas.
¿Cómo analiza la situación actual de la Argentina?
Si uno al final de este período puede decir que se ha generado una transición hacia un país con instituciones republicanas más fortalecidas, a una democracia más transparente y activa, a un país que se integra más al mundo, a un sector productivo que invierte y confía más en el potencial de sí mismo y del país, me parece que se cumpliría. Este período político debería ser una transición hacia eso. Uno puede empezar a pensar que hemos dado vuelta una página que ya lleva varias décadas de atraso. La otra mirada es sobre lo cotidiano. No podemos evaluar un gobierno por seis o siete meses de gestión, en todo caso hay que esperar a que pase el período, lógicamente con las correcciones que hay que hacer. Pienso que uno debería evaluar al Gobierno incluso por cómo le va al gobierno que sigue. Deberíamos evaluar a Cristina de acuerdo a cómo le va a Macri, o a Duhalde en función de cómo le fue a Kirchner. Porque los impactos muchas veces son sistémicos y parte de un proceso. Más allá de distintas opiniones y si a la crisis de las tarifas las manejaron bien o no, si se comunica bien o no, si las políticas sociales son correctas.
¿Y qué le gusta del gobierno de Macri en esta primera etapa?
De las cuestiones que mencioné de más largo plazo hay un cambio. En la calidad de la democracia se mejoró, con instituciones republicanas que funcionan mejor, como el Parlamento, el Poder Judicial daría la impresión de que es más independiente. Hay cambios que se intenta concretar como el método de votación, el avance en el financiamiento de la política con la intención de avanzar hacia algo más transparente. Y es obvio que el país tiene una integración al mundo absolutamente diferente. Vinieron muchos presidentes y Argentina está participando más activamente, aunque esto aún no se ve en negocios, para lo que hay que lograr mayor integración en los flujos comerciales para poder exportar mejor. Pero me parece que esos puntos son relevantes.
¿Y del otro lado de la balanza?
Uno tiende a opinar con total impunidad de los defectos, porque no tenemos experiencia como funcionario y no sabemos las dificultades que hay. Pero da la sensación de que el tema de las tarifas debería haberse manejado mejor. Que hay cuestiones de lo cotidiano que podrían mejorar. Que las tarifas tenían que subir lo dice todo el mundo, pero evidentemente es un dolor de cabeza que mantiene al Gobierno ocupado en algo en lo que a lo mejor no debería estar.
¿Por qué no comparte esa idea instalada de que el gobierno de Macri benefició al campo?
Creo que no fue así, que hay que poner las cosas en su justa medida. Uno puede decir que favoreció, pero también que dejó de desfavorecer. Creo que es más esto último que lo anterior. Porque en realidad las retenciones siguen siendo el 30% en soja y las retenciones de soja eran el 80% de todas las retenciones. Me parece que hay una imagen de que el campo es una fiesta y todavía seguimos con muchos problemas en muchos lugares. Lo que sí cambió es el estado de ánimo, al pasar de un momento de mucha complicación, mucha depresión, a un entusiasmo. Se paga con entusiasmo. Y eso está vinculado a que se dejó de desfavorecer al campo.
¿Falta algo más para el sector?
Lo que pasa es que Argentina debería apuntar a ser líder mundial en la venta de maquinaria agrícola, en la industria de los fitosanitarios, de servicios tecnológicos adaptados al campo. No es sólo vender soja. Hace falta mucho todavía, pero se dará cuando se deje a la gente trabajar, expresar la creatividad de los emprendedores argentinos, eso va a ir apareciendo, y hacia fin de año y el año que viene vamos a ver muchos movimientos en ese sentido.
¿De qué característica típica del empresario argentino trata de despegarse y no asimilar?
Soy un empresario argentino y me caben las generales de la ley. Sí creo que estuvimos los últimos años ocupados por resistir y tratar de aguantar y adaptarnos. Viene ahora un período en el que hay que innovar, invertir en innovación y desarrollo, integrarnos más a la sociedad e incluir más.
Gonzalo Dal Bianco
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