Hace un año celebrábamos los 85 años de nuestra Exposición Nacional Ganadera, Comercial, Industrial y de Servicios, con la tribuna abarrotada, el predio colmado de stands comerciales y más de cien mil personas que recorrían la muestra, en una verdadera conjunción campo-ciudad.
Pero en un abrir y cerrar de ojos todo cambió. La pandemia del Covid-19 nos impone una nueva realidad y por las medidas de prevención se suspendieron las exposiciones, eventos y espectáculos con masiva asistencia de público.
Mirá el el acto inaugural
Este nuevo escenario nos obliga a modificar hábitos, pero no objetivos: seguimos defendiendo al productor y mostramos lo que hacemos. Por eso, en modalidad presencial exclusivamente para compradores y de manera virtual para todo el país, nos pusimos como misión realizar esta Exposición Ganadera con las cabañas cordobesas que siempre nos acompañan. Y a quienes agradecemos.
Sabemos del esfuerzo de los cabañeros, que todo el año se preparan para presentar sus reproductores con la mejor genética. Y queríamos acompañarlos porque necesitan vender y muchos productores necesitan comprar.
Se debe admitir que en tiempos de pandemia la actividad agropecuaria, considerada “esencial”, tuvo una ventaja comparativa con otros sectores: se pudo seguir trabajando para no detener la rueda productiva y llevar los alimentos a la mesa de todos los argentinos.
El mundo nos advertía sobre los tiempos difíciles que se venían. Por eso, cuando el nuevo gobierno encabezado por Alberto Fernández decidió el aislamiento social obligatorio, acompañamos y nos pusimos a disposición para colaborar en la emergencia.
De hecho, nuestro salón principal se convirtió en un centro de aislamiento preventivo con 150 camas, que por suerte hasta el momento no se tuvo que utilizar. Y nuestros socios realizaron aportes solidarios para recaudar fondos. Junto a otras instituciones de la ciudad se compraron insumos para confeccionar barbijos y batas, además de otras acciones para colaborar con los equipos de salud.
Entonces el Presidente nos dijo: “La salud es lo primero, después está la economía”. Y también lo acompañamos, más allá del profundo malestar que provocó entre los productores la suba generalizada de los derechos de exportación apenas asumió su mandato.
Pero a más de cinco meses de aquella decisión, el virus no cede, los contagios y las muertes se multiplican, y la cuarentena parece eternizarse, sin avizorar una salida y sin que se asuman medidas para poner en marcha una economía derrumbada.
El resultado es alarmante: se estima que se perdieron 900 mil puestos de trabajo, se cerraron miles de comercios y pymes, y se proyecta que la pobreza alcanzará a más de la mitad de los argentinos. Algo impensado en un país rico en recursos naturales y con una capacidad de producción para alimentar a 400 millones de personas.
Un capítulo especial en las medidas restrictivas merece el caso San Luis. Valoramos y consideramos legítima la decisión de su gobierno de proteger la salud de sus ciudadanos. Pero esta premisa no debe violentar la Constitución Nacional, bloqueando los accesos, impidiendo que los productores de otras provincias vayan a sus campos cuando tributan como cualquier vecino.
La causa judicial, con fallos contrapuestos, llegó a la Corte Suprema y sigue dilatándose. Mientras tanto hay que preparar una nueva campaña agrícola. En las actuales condiciones, y ante la intransigencia del gobierno de San Luis, muchos productores del sur de Córdoba evalúan dejar de alquilar porque la actividad se torna inviable. Y los propietarios replantean sus producciones, con menos tecnología en la agricultura, y los ganaderos dejar para otro momento las intenciones de ampliar sus rodeos.
Los argentinos veníamos mal, de un gobierno que no supo resolver los graves problemas económicos y agigantó la deuda externa, al cual también criticamos –entre otras cosas- por reinstaurar las retenciones, incumpliendo sus promesas.
Estamos peor y no se vislumbra un rumbo. A más de 8 meses de la asunción del nuevo gobierno, seguimos esperando las medidas para una necesaria y urgente reactivación.
Pese a los contratiempos, el campo no baja los brazos, sigue apostando a una mayor y mejor producción, con buenas prácticas agropecuarias.
Sabemos que es el sector que más divisas genera para el país y queremos potenciarlo. Estamos dispuestos a asumir el desafío, pero se necesitan reglas de juego claras y un horizonte previsible. Que no nos pongan atajos y nos dejen trabajar en libertad.
Nos dijeron “Volvimos mejores”, pero ahí nomás echaron mano a los derechos de exportación, con una suba generalizada de las retenciones, elevando la presión tributaria a límites insostenibles.
Una alícuota del 33 por ciento en la soja margina a numerosos productores del interior, que además se ven azotados por una histórica sequía, agravada por los incendios que se devoraron miles de hectáreas, provocando un daño ecológico y productivo irreparable.
El Gobierno intentó justificar este nuevo esquema con una segmentación de las retenciones, que supuestamente beneficiaría a pequeños productores. Pero ya llevan mucho tiempo recaudando al 33 por ciento y esos pequeños productores todavía no vieron un peso de retorno.
Filosóficamente nuestra entidad rechaza estas segmentaciones porque sería convalidar la perpetuidad de los derechos de exportación. Además, hay que aprender de las lecciones de la historia: las compensaciones siempre llegan a muy pocos productores y favorece el clientelismo.
En medio de la pandemia, el relato de que primero está la salud y luego la economía, parece haber quedado atrás porque el Ejecutivo asumió dos medidas que se alejan de aquellos postulados prioritarios y se acercan a lo conveniente, a lo que impone el ala dura de un frente heterogéneo.
Primero fue Vicentin, cuando sorpresivamente el Presidente anunció la intervención y la elevación de un proyecto al Congreso para la posterior expropiación de la agroexportadora.
No estamos para defender la empresa ni tampoco para juzgar las operaciones que se realizaron. Para eso está la Justicia y si hay responsabilidades que la ley se haga cumplir.
Pero sí estamos para defender la propiedad privada. Y para velar por la indispensable división de poderes en toda República democrática. En este caso estaba actuando la Justicia y tiene que seguir en ese camino, sin intromisiones.
La gente lo entendió así. Por temor a que se sentara un peligroso precedente que pudiera avasallar sus derechos salió masivamente a las calles con un histórico banderazo y el Gobierno se vio forzado a dar marcha atrás.
También en el pico de la pandemia se decidió avanzar con una reforma judicial, la que consideramos cuanto menos inoportuna, porque las urgencias parecen estar en otro lado: en el hambre, en la indigencia, en los desempleados, en los comercios que se cerraron, en cómo vamos a salir de esta encrucijada económica.
Una reforma judicial requiere de consultas a los más ilustrados en el tema y amplios consensos. En el pensamiento popular está instalada la idea de que responde más a buscar una consagración de la impunidad por delitos de corrupción que a una necesidad real.
A una imposición al Presidente en esta alianza electoral, de quien tiene la imagen negativa más alta de la política argentina.
Y la gente volvió a salir a las calles, porque no quiere atropellos ni impunidad. Quiere libertad, seguridad y trabajo.
A esta altura el gran interrogante es: ¿Volvieron para ser mejores…?
Y en este proyecto de reforma judicial queremos dirigirnos a los legisladores por Córdoba. Ellos representan a nuestra provincia. Se deben al lugar de origen, a la voz de su pueblo, tienen que caminar junto a su gente y saber lo que piensa. Es necesario que reflexionen antes de dar quórum o emitir su voto.
Acompañar el pensamiento del soberano o la obediencia partidaria. Es su decisión.
Con la mira en la post-pandemia, a través de Confederaciones Rurales Argentinas participamos del Consejo Agroindustrial, lo cual no significa avalar todo lo que se plantea, sino tener una mirada crítica, velando por los intereses de los productores.
Queremos estar presentes para ser parte de la letra del proyecto. Y no estar afuera para convertirnos en impávidos observadores de cómo se cercenan recursos de un sector para beneficio de otros.
Advertimos que ya está el Estado como “socio mayoritario” de todo lo que se produce.
Tampoco queremos que la brecha de la tranquera a la góndola siga aumentando. Como siempre, estamos para defender a los dos eslabones más sensibles de la cadena: el productor y el consumidor.
Estamos hartos de las grietas en nuestra sociedad.
Sólo anhelamos aportar nuestro granito de arena para ayudar a sacar el país adelante: trabajando, produciendo más y mejor con responsabilidad, con reglas claras, con derechos y obligaciones, con libertad y seguridad, en un país con sentido federalista, respeto a la división de poderes y a la Constitución para construir definitivamente una verdadera República.
Bienvenidos a la Exposición Ganadera y el agradecimiento a los cabañeros, a las firmas comerciales, a nuestro Ateneo Juvenil, a las autoridades que brindan su apoyo y a todos quienes colaboran para que mostremos el enorme potencial de nuestros productores.