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Los corrales vacíos, un fiel reflejo de la contundencia de la protesta del campo

No ingresó ningún animal al Mercado de Liniers en los dos primeros días del cese de comercialización de hacienda, dispuesto por la Mesa de Enlace tras el cierre de las exportaciones de carne vacuna.

 

Los corrales del mercado concentrador de Liniers permanecieron vacíos entre jueves y viernes debido al cese de comercialización de hacienda impulsado por la Comisión de Enlace para protestar contra el cierre de exportaciones de carnes.

 

Previo al inicio del reclamo, el precio de la vaca en sus distintos tipos y clasificaciones sufrió una caída del 15% promedio, en comparación con el cierre del viernes 14 de mayo.

 

En el mercado de Ganado Rosario sólo hubo una rueda de negocios esta semana, en medio del fuerte descontento del sector productor y de los exportadores, que temen perder mercados a manos de Brasil y Uruguay.

 

La actividad en Rosario se desenvolvió bajo los mismos parámetros que en Liniers: fuerte interés por el consumo y venta deprimida en vacas, que se vendieron con números inferiores a los registrados la última semana.

 

Mientras que el jueves se supo que la Mesa de Enlace analizaba extender la medida de cese de comercialización a los granos, también trascendió que hay productores que evalúan llevar la protesta de nuevo a las rutas.

 

En tanto, el economista jefe del instituto IERAL de la Fundación Mediterránea y especialista en agro, Juan Manuel Garzón, se preguntó si con la intervención al comercio exterior de la carne bovina: ¿otra vez tropezaremos con la misma piedra?

 

Garzón opina que “se entiende que la intención de gestionar el comercio exterior de carne desde una oficina del Estado implica un cambio abrupto de reglas de juego, que tendrá previsibles consecuencias nocivas sobre los incentivos para la inversión privada en la actividad”.

 

“Además, revela en el fondo una profunda desconfianza del sector público hacia el rol de las empresas en una economía moderna y de descrédito de todo lo que implica la inserción comercial externa para el proceso de expansión y desarrollo de empresas, sectores y el propio país”, dijo.

 

Agregó que los pobres resultados económicos obtenidos en el proceso de intervención que sufriera la cadena de la carne bovina entre 2005 y 2010 “deberían llevar a la reflexión y servir de experiencia, para no repetir los errores del pasado”.

 

Un repaso de los principales resultados de ese proceso, según el economista, fueron que las exportaciones se redujeron en un 65%, el país pasó del 8,9% al 5% del mercado global, perdiendo aproximadamente US$ 1.500 millones anuales, y la producción de carne se redujo en unos 20 kilos per cápita (24%).

 

En tanto, el consumo interno, si bien subió en los primeros años, terminó resignando cinco kilos por habitante año (de 62 a 57), las existencias de ganado se redujeron en 10 millones de cabezas, una descapitalización estimada en US$ 4.900 millones a precios de la época.

 

Los precios internos crecieron al mismo ritmo que la inflación y por debajo de los salarios, hasta que se revirtió el ciclo ganadero.

En 2010, el valor de la carne se ubicó muy por encima del que tenía a inicios del proceso (en términos reales) y los salarios quedaron con igual o menor poder adquisitivo en términos del producto.