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Un viaje al pasado, sin escalas, que pone en jaque el mercado de carnes

Columna de opinión de la Sociedad Rural de Río Cuarto, publicada en el suplemento Tranquera Abierta de diario Puntal.

 

“Las intervenciones, cuyos objetivos eran evitar la suba de precios, generaron problemas en el sector (estancamiento, cierre de frigoríficos y, peor aún, el precio de la carne siguió aumentando)… Esto provoca que muchos sectores se alineen con la idea de que en realidad el Estado no debe intervenir en ningún mercado, porque las distorsiones que producen no sólo no resuelven el problema, sino que lo agravan”.

 

Este pensamiento no corresponde a ningún dirigente agropecuario ni a algún político opositor. Según recordó Infobae, quedó grabado a fuego en el libro “Los tres kirchnerismos: una historia de la economía argentina (2003-2015)”, que escribió Matías Kulfas, actual ministro de Desarrollo Productivo, y uno de los actores principales en el cierre de las exportaciones de carne.

 

De la palabra a la acción se observa un giro copernicano. Y son precisamente estas contradicciones de la política y los gobernantes las que socavan la credibilidad de la Argentina en el mercado internacional y ponen en jaque el frente interno productivo ante la sumatoria de medidas que generan incertidumbre y confusión.

 

La dirigencia agropecuaria ha argumentado hasta el hartazgo que el sector primario no es formador de precios, que en el pasado el cepo a las exportaciones provocó un derrumbe de 10 millones de cabezas en el stock bovino, que se cerraron más de 100 frigoríficos y se perdieron miles de empleos. Además el precio de la carne subió más que la inflación.

 

Sin embargo, nunca es escuchado y por desconocimiento, impericia o ideología se siguen repitiendo los mismos errores que conducen al fracaso.

 

Para entender el malestar (o bronca) es bueno hacer el ejercicio de ponerse en la piel de un productor ganadero.

 

Ese ganadero diseñó su hoja de ruta hace más de 3 años. Había otro gobierno, un esquema de derechos de exportación fijo (se reafirma que cualquier nivel de retención constituye un impuesto distorsivo) y un abanico de oportunidades ante la reapertura de diversos mercados.

 

Entonces separó y preparó las vacas para ser madres, inseminó, siguió paso a paso los 270 días de preñez, cuidó al ternero, generó empleo, etc… En el medio, hubo un cambio de gobierno, de reglas de juego, se aumentaron las retenciones y se reinstauró el registro de exportación, que genera más burocracia y discrecionalidad política. Y hoy tiene un novillo pesado y se encuentra con que no puede vender al exterior…

 

Seguramente desde el centralismo de la Casa de Gobierno, con una mirada equivocada y sesgada, y con el rostro de la pobreza del conurbano golpeando a sus puertas, se castiga al interior productivo, que se esfuerza, trabaja y con su producción acerca las divisas que tanto necesita el país.

 

Por eso las máximas autoridades de provincias productivas, con Córdoba a la cabeza, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes salieron a rechazar este nuevo cepo, calificándolo como una medida de “nefastas consecuencias”. Y también es de destacar el gesto de acompañamiento al campo de la Municipalidad de Río Cuarto, la dirigencia política en general y diversas entidades.

 

Ante este escenario que compromete el futuro de toda la cadena de ganados y carnes, la inmediata reacción de los productores fue un cese de comercialización de hacienda. Nadie hubiese querido llegar a esta instancia, porque siempre la apuesta del campo es el diálogo y la búsqueda de consensos. Pero, a veces, las decisiones inconsultas y equivocadas, los atropellos y el cansancio, empujan a estas situaciones.