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El productor sueña con celebrar el éxito de un plan ganadero y no el de una medida de protesta

Columna de opinión de la Sociedad Rural de Río Cuarto publicada en el suplemento Tranquera Abierta de diario Puntal.

 

Con la convicción de que sólo un plan ganadero que fomente una mayor producción permitirá fortalecer el abastecimiento interno –con una consecuente baja de precios por mayor oferta- y potenciar el volumen de exportaciones –para generar las divisas que necesita el país-, el campo respondió con un contundente cese de comercialización ante el intempestivo cierre de exportaciones de carne que dispuso el Gobierno.

 

Por el daño productivo que generaron en el pasado medidas similares, toda la cadena de ganados y carnes, aun con matices y diferentes intereses sectoriales, se une en el espanto para reclamar una pronta reapertura de las exportaciones.

 

Los corrales vacíos en el mercado de referencia de Liniers y la ausencia de remates en las distintas pistas y ferias del país son un fiel reflejo del creciente malestar por una resolución que atrasa en el tiempo, desalienta las inversiones y vuelve a desacreditar al país en el concierto internacional.

 

Estas resoluciones, que se condicen con la ideología y no con la lógica, son llevadas adelante por políticos que deciden desde un escritorio del centro porteño, sin conocer el trabajo del campo y los ciclos productivos, relegando a un segundo plano a funcionarios y técnicos de carrera que podrían brindarle un adecuado asesoramiento.

 

Y una mirada tan de corto plazo sólo tiene sentido en la búsqueda del “voto carne”: planchar los precios en la inmediatez y llegar con mejor semblante a las elecciones legislativas. Sin embargo, se hipoteca el futuro, a partir de un diagnóstico equivocado.

 

Hay datos estadísticos brindados por consultores y economistas especializados en la materia que no se deben pasar por alto:

 

– Alrededor del 90% de lo que se exporta a China son “vacas descarte” que ya cumplieron su ciclo reproductivo, con carne oscura y grasa de color amarillo intenso, que sería inaceptable para cualquier consumidor argentino.

 

– Las restricciones golpearán fuerte a los tamberos, que habían encontrado en la venta de esas vacas una “tabla de salvación” para morigerar los números en rojo con los que se desenvuelve la actividad.

 

– Tras las sequías de otoño y primavera del 2020 se produjo una baja preñez y hay unos 600 mil terneros menos. Además la faena de hembras ronda el 47,5% y se teme una aceleración de la liquidación de vientres.

 

– Cuando en el país las exportaciones estuvieron cerradas o intervenidas (2007-2015), las ventas al exterior cayeron 63% pero los precios al consumidor subieron 900%.

 

– Luego, cuando se quitó el cepo a los frigoríficos (2015-2019), las exportaciones crecieron 346% y el precio al consumidor 186%.

 

– En la actual gestión de Alberto Fernández las ventas al exterior subieron 2% y los precios internos de la carne 108%.

 

El campo está molesto porque se ignoran -o se tergiversan- todos estos datos de la realidad y nunca se lo escucha. Por eso respondió con una contundente medida de protesta, aunque no hay rostros de triunfalismo sino muecas de creciente preocupación e incertidumbre.

 

El ganadero sólo quieren hacer lo que sabe: producir e invertir más en genética para mejorar la calidad. Pero necesita trabajar en libertad y sin restricciones. Para ello es imperioso reconstruir la confianza y tener un horizonte de previsibilidad.