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La ruptura del “contrato moral” con la sociedad erosiona la confianza y la credibilidad

Columna de opinión de la Sociedad Rural de Río Cuarto publicada en el suplemento Tranquera Abierta de diario Puntal.

 

En medio de la semana más agitada del presidente Alberto Fernández por la difusión de fotos y videos donde aparece en una celebración en Olivos junto a 12 personas cuando regía una cuarentena estricta, el Gobierno presentó las bases de su plan ganadero, lo cual por el cariz de aquellos acontecimientos pasó prácticamente inadvertido.

 

Las imágenes del festejo de cumpleaños de la primera dama Fabiola Yáñez significaron un cachetazo y exacerbaron los ánimos de una sociedad golpeada por la crisis y la pandemia, que vio caer las persianas de sus negocios, un crecimiento exponencial de la pobreza y el desempleo, y que además llora por los más de 100 mil muertos por Covid-19 que no pudieron tener una despedida digna.

 

La confianza y la credibilidad constituyen el principal capital político de todo gobernante, que cuando asume el poder firma un tácito “contrato moral” con la sociedad para respetar la Constitución, las instituciones y hacer cumplir las leyes.

Ya el escándalo del Vacunatorio VIP había deteriorado la figura presidencial y ahora este festejo en Olivos le resta autoridad, todo potenciado por el “fuego amigo” que expresa una avanzada de la vicepresidenta.

 

El incumplimiento del decreto que el propio Presidente dictó de por sí es un hecho grave que debe investigar la Justicia. Pero también lo es la sucesión de desaciertos: primero al tratar de negar el hecho, luego ante las evidencias con el fallido pedido de disculpas responsabilizando por el evento a la primera dama, y también por la supuesta alteración de los registros de ingresos y egresos.

 

Son datos que no se pueden soslayar y ahora quedará en manos de la Justicia actuar en consecuencia. Se sabe que los tiempos de la Justicia no van de la mano con la urgencia de los casos, con sentencias que a veces se dictan varios años después de los hechos.

 

Por eso, el Gobierno quiere “limpiar” rápidamente este episodio y su mayor temor no está en Tribunales sino en la probable condena social que puede padecer en las urnas.

 

El campo y la confianza

 

Para el sector agropecuario la confianza en el Gobierno comenzó a dinamitarse con sus primeros pasos, cuando decidió una suba generalizada de las retenciones, intentó avanzar sobre la propiedad privada, aumentó la asfixiante presión impositiva y demostró su inacción o pasividad ante la escalada de delitos rurales. Esta catarata de medidas tuvo su punto más conflictivo con el cierre de las exportaciones de carne vacuna.

 

El plan ganadero presentado en medio del escándalo de Olivos suena a una recreación de distintas iniciativas en la presidencia de Néstor Kirchner, que nunca llegaron a cristalizarse porque en vez de apostar por una política previsible y de largo plazo se decidió el cepo a las exportaciones, que generó un daño productivo del cual el país nunca se recuperó.

 

Desde la Rural de Río Cuarto se ha insistido en que es inviable un plan ganadero con las exportaciones restringidas y que el Gobierno debe dar señales claras para restaurar la confianza.

 

Tanto para el campo como para diversos sectores, las señales van en el camino equivocado y los continuos desatinos en el accionar de los gobernantes acrecientan el malestar de la sociedad y erosionan cada vez más esa indispensable confianza y credibilidad para pensar en un país mejor.