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El claro mensaje de las provincias productivas: un cambio de rumbo y una economía sin trabas

La mimetización del Presidente con el ala dura de la coalición gobernante lo llevó a una debacle electoral, lo cual obliga a revertir la estrategia y actuar con un mayor sentido común.

 

 

Con esfuerzo y capacidad del sector agropecuario, adecuada articulación público-privada y el beneficio del clima en la última campaña agrícola, Córdoba se ha posicionado en la vanguardia de la producción nacional, a pesar de la escalada anti-campo del Gobierno nacional.

 

Por eso, no sorprendió que en las recientes elecciones Paso, 9 de cada 10 cordobeses le dieran la espalda al Frente de Todos por esta política agropecuaria que castiga al que produce, pone trabas a la economía y desalienta las inversiones.

 

En las urnas Córdoba brindó el mejor ejemplo del rechazo al intervencionismo y al atropello: Juntos por el Cambio reunió el 47,55% de los votos, el schiarettismo (de clara oposición a la gestión agropecuaria nacional) sumó 24,56%, quedando sólo un escuálido 10,92% para el Frente de Todos.

 

Fue una lección que se replicó en otras provincias productivas: las que eran esquivas al kirchnerismo (como Corrientes) y también las que parecían cautivas.

El caso más paradigmático es Entre Ríos, donde el gobernador Gustavo Bordet no quiso recibir a la Mesa de Enlace provincial en cinco años y la respuesta fue contundente: 51,78% para Juntos y apenas 29,51% para el Frente de Todos.

 

Algo similar ocurrió en La Pampa, que sólo sabía de éxitos del justicialismo desde 1983. Esta vez, la determinación del gobernador Sergio Ziliotto de darle la espalda al sector productivo le costó caro: perdió por 10 puntos.

 

Pero también Buenos Aires y Santa Fe le propinaron cachetazos a una heterogénea y frágil coalición gobernante, que encarnó políticas que van en el sentido contrario a las que adoptan los países exitosos.

 

Que el celeste destiñera en el mapa electoral de la Argentina y le dejara paso al amarillo en la mayoría de las provincias es un mensaje claro: no sólo del campo por las retenciones, el cepo a las exportaciones de carne, la pasividad ante los delitos rurales, los intentos por avanzar sobre la propiedad privada y la apropiación de “cajas” mediante estatizaciones, sino de la sociedad toda por la inflación, la pulverización de los salarios, la cuarentena eterna, los comercios que cerraron, la pobreza, el desempleo, la ausencia de clases, las vacunas, los privilegios y varios etc…

 

El Gobierno debe escuchar el mensaje de las urnas, que pide un cambio de rumbo, más República, sentido común y construcción de consensos. No es con la radicalización de medidas equivocadas la manera de salir de la crisis, ni tratando de convertir el relato en una verdad o un fracaso en un éxito.

 

Ya no hay margen para eso. Hay que velar por la institucionalidad, buscar la manera más serena para el tránsito de las Paso a las elecciones del 14 de noviembre y apuntalar la figura presidencial, que aún tiene más de dos años de gobierno en medio de la mayor crisis de las últimas décadas.

 

(Columna de opinión de la Sociedad Rural de Río Cuarto publicada en el suplemento Tranquera Abierta de diario Puntal).