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Una nueva etapa para avanzar con el trabajo pendiente en Córdoba

Visto desde afuera, muchas veces se escucha opinar sobre el modo en que los cordobeses logramos avanzar en la solución de algunas problemáticas y el diálogo que existe entre el sector público y privado a la hora de trazar políticas para los sectores productivos, ya sean industriales, comerciales o agropecuarios. Se lo hizo públicamente esta semana en el Congreso de Políticas Públicas para el Agro organizado por Barbechando.
Y si bien es cierto que en la provincia se vive otro tipo de vínculo entre sectores productivos y Gobierno, la comparación es contra la nula relación que se observa desde hace mucho tiempo con la Nación. Durante los gobiernos de Cristina Fernández y actualmente de Alberto Fernández, los sectores productivos del campo sólo fueron convocados para transmitirles medidas que los perjudicaban. Hace años que no existe una convocatoria que tenga por detrás un plan serio de desarrollo que permita a quienes todos los días abren las tranqueras a media luz tener un horizonte despejado, de tranquilidad, sin la necesidad de actuar siempre a la defensiva por temor a desagradables sorpresas. Frente a eso, en Córdoba hay un contraste.
Sin embargo eso no quiere decir que todo esté resuelto ni mucho menos. Hay mucho por desandar para que la potencia productiva de la provincia, que ya es central a nivel país, se pueda convertir decididamente en la locomotora del desarrollo nacional.
Todos los cordobeses sabíamos que desde este último domingo comenzaba una nueva etapa en la vida institucional y política de la provincia. Porque las elecciones necesariamente iban a arrojar un nuevo gobernador electo; distinto. Y más allá de que existía la posibilidad de que fuera de la misma fuerza política que la actual, los nombres tienen sus propias improntas. Por eso, reconociendo los avances logrados en los últimos años, es dable recordar que los votos no son directamente trasladables. Y de allí que también el respaldo de las principales zonas agropecuarias de Córdoba no hayan estado alineadas a quien resultó finalmente ganador: Martín Llaryora. Tal vez el mensaje tenga que ver con que el campo espera la ratificación de un camino marcado, pero también la concreción de muchas de las tareas pendientes. Hay, claramente, y como lo demostraron en infinidad de ocasiones, una predisposición absoluta de las entidades del campo a sentarse a trabajar rápidamente para ello. Sin tiempo que perder.
Sabiendo que hay cimientos sobre los cuales continuar construyendo, como la política de caminos rurales a la que hay que intentar inyectarle más velocidad y recursos, el programa de Buenas Prácticas Agropecuarias que es modelo a nivel nacional, los consorcios integrados de cuencas o el Fondo de Desarrollo Agropecuario creado a partir de los aportes tributarios de los productores. Hay que seguir trabajando en mayor conectividad, mejoras en infraestructura, más y mejores servicios en zonas rurales y hasta la revalorización de escuelas, entre muchos otros puntos.
Pero hay algo que las urnas ratificaron: los cordobeses apostaron decididamente a tomar el diálogo como bandera. Es lo que deberá practicarse con mayor profundidad aún por los resultados electorales y la distribución de poder que la ciudadanía definió. Una pluralidad en el Poder Legislativo que será inédita y que obligará a consensuar entre las fuerzas políticas, lo que siempre termina siendo enriquecedor. Sumar visiones e ideas nunca puede ser un problema. Los votantes de Córdoba sellaron ese camino con la voluntad dentro de las urnas. Y la dirigencia agropecuaria está lista para transitarlo.