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El camino no es cerrar las fronteras, sino producir más y exportar mejor

Columna de opinión de la Sociedad Rural de Río Cuarto, publicada en el suplemento Tranquera Abierta de diario Puntal.

 

Desde el Gobierno se volvieron a agitar los fantasmas intervencionistas, encendiendo una luz de alerta en el campo. “Hay ciertas presiones de precios, si seguimos viendo este tipo de comportamientos especulativos, no nos va a temblar el pulso para cerrar las exportaciones de carne”, advirtió la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, cuya amenaza fue refrendada por su par de Agricultura y Ganadería, Jorge Solmi.

La Sociedad Rural de Río Cuarto rechazó enérgicamente todo intento de cerrar las exportaciones de carne vacuna, por entender que “esas viejas recetas de probado fracaso –ya se implementaron en 2006 durante la gestión de Néstor Kirchner- le costaron al país más de 11 millones de cabezas, que aún no se lograron recuperar”.

Tras la andanada de críticas, la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, salió a poner paños fríos y descartó esa drástica medida, pidiendo en cambio “precios razonables” al público.

Los propios funcionarios nacionales navegan en un mar de contradicciones, entre pensamientos de lógica de mercado y de populismo, lo que sólo genera confusión, incertidumbre, preocupación y desinversión.

Las declaraciones de Español y Solmi se dieron poco tiempo después de que el presidente Alberto Fernández se mostrara exultante tras su viaje a México por la apertura de ese país a la carne argentina, y horas antes de que la Cancillería presentara la hoja de ruta para potenciar la producción y aumentar el volumen de ventas al exterior.

Los “ruidos internos” dejan al país sin rumbo y desacreditan a funcionarios de primera línea: mientras el ministro de Economía, Martín Guzmán, encaraba duras negociaciones por un acuerdo con el FMI, que seguramente demandará concesiones y ajustes, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner decía que “la deuda que heredamos es impagable”, recibiendo el aval del propio jefe de Estado.

El miércoles, el ministro Nicolás Trotta garantizó la presencialidad en las aulas y dijo que las restricciones por la pandemia “no deben comenzar por el cierre de las escuelas como primera medida”, quedando desautorizado dos horas después con el anuncio del Presidente de la suspensión de las clases por dos semanas en el AMBA.

Las contradicciones llevan a continuas equivocaciones y a daños irreparables. En el caso de un cierre de exportaciones de carne, la Rural local afirmó que “sólo generará el efecto contrario al deseado: repercutirá notablemente en el ingreso de las divisas que tanto necesita el país, no habrá incentivos para seguir produciendo, una eventual menor oferta presionará aún más sobre los precios y se ponen en riesgo los ingresos de miles de familias, ya que en el circuito de exportación se generan más de 100 mil empleos, sin contar el trabajo directo e indirecto del sector primario.

El sector agropecuario se encargó de aclarar que no es formador de precios. Si bien a la sociedad cada vez le cuesta más adquirir alimentos, la carne argentina es la más barata de la región. Los principales problemas son la inflación que pulveriza el poder adquisitivo de los salarios y el insostenible componente impositivo, cercano al 50 por ciento en el precio final de la mayoría de los alimentos. El Estado debe asumir sus responsabilidades.

Los “globos de ensayo” y el relato para la propia tribuna destruyen la confianza y ahuyentan las inversiones. El camino no es cerrar fronteras sino alentar una mayor producción, abrir mercados y exportar mejor, aunque el Gobierno parece divorciado de la realidad.

 

NdR: Esta columna fue redactada horas antes de que el Gobierno decidiera intervenir el mercado de exportación de carne vacuna.