El ministro de Producción, Francisco Cabrera, dijo que la Argentina está en negociaciones con otros países para recuperar el terreno perdido y que vuelvan las inversiones
“Queremos integración con el mundo”. Ese fue el mensaje que dejó bien en claro el ministro de Producción, Francisco Cabrera. En ese sentido, expresó que el objetivo es “ser un país normal”, lo que implica estar integrado al mundo, que pueda vender y comprar, y pagar dividendos, entre otras cosas.
Para eso, según dijo el funcionario en el Coloquio Intal, del BID, lo primero que se debió hacer el Gobierno es ordenar la macroeconomía, con la unificación del tipo de cambio. “Sabíamos que cuando se reunificara el tipo de cambio nos íbamos a encontrar con que las compañías locales debían a sus proveedores US$ 25.000 millones. Tomamos el riesgo y llegamos a un acuerdo con esas compañías”, explicó, poco después de ser presentado por Gustavo Beliz, director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (Intal-BID).
El ministro destacó que en los últimos cinco años no hubo inversiones privadas en la Argentina, pero aclaró que las compañías estaban analizando todos los detalles con la intención de hacerlas cuando se normalizara todo. “Entonces, había inversiones latentes por US$ 25.000 millones. Y esos desembolsos están ocurriendo todos los días y se van a profundizar este semestre”, enfatizó Cabrera.
Para seguir por esta senda, se necesitan más acuerdos bilaterales. Chile firmó 100 en los últimos años, mientras que la Argentina, sólo diez. “Ahora estamos trabajando en acuerdos con otros países, como es el caso de Colombia, por ejemplo, con quien estamos negociando un convenio para exportar automóviles”, adelantó Cabrera.
Beliz remarcó que la diversificación de las exportaciones es fundamental para la creación de empleos de calidad y para sentar las bases de un desarrollo sustentable. “Políticas comerciales inteligentes e innovadoras se vuelven cada vez más necesarias para elevar la productividad, la competitividad, ganar nuevos mercados y mejorar la calidad de vida de la población. Y, en esta misión, la tecnología juega un rol clave”, afirmó.
Por su parte, el embajador de Estados Unidos en la Argentina, Noah Mamet, resaltó que la mayoría de los empleos en Estados Unidos después de la crisis fueron creados por pymes. “Al final, lo que cuenta para las inversiones es la existencia de talento humano y la Argentina, y especialmente Buenos Aires, tiene de sobra. Creemos que la ciudad puede convertirse en el hub tecnológico de América latina”, afirmó Mamet.
En tanto, el presidente del Diálogo Interamericano (IAD), Michael Shifter, abogó por profundizar la transformación productiva de la región y remarcó la importancia que tiene el Intal en conectar ideas útiles para la integración.
En el cierre del primer panel, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, dijo que la transformación productiva “debe estar acompañada por una transformación institucional”, e invitó a no tener nostalgia del pasado. “Las nuevas tecnologías nos obligan a cambiar y nos ofrecen a la vez una oportunidad que debemos aprovechar”, comentó.
El evento contó también con la presencia de Rafael Salazar, director de MIT Innovators Under 35 a nivel global, quien describió las tecnologías de frontera que mayor impacto tendrán en nuestras vidas en los próximos años. “Los principales cambios se verán en las áreas de energía, transporte y salud”, anticipó.
En general, los asistentes reunidos en el Intal-LAB coincidieron en que es necesario generar una agenda regional de innovación productiva como pilar para el desarrollo y el crecimiento con inclusión social. También acordaron que es esencial incorporar al proceso productivo y a las cadenas de valor regionales nuevas tecnologías que permitan elevar la competitividad tanto en sectores económicos tradicionales vinculados a los recursos naturales como también en los servicios y las nuevas energías renovables.
CARLOS MANZONI LA NACIÓN