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No hay un horizonte previsible y el clima tampoco acompaña

Espacio institucional de la Sociedad Rural de Río Cuarto en el suplemento Tranquera Abierta de Diario Puntal.

 

A pocos días de que se cumplan 8 meses de la asunción del gobierno de Alberto Fernández, los efectos de la pandemia siguen minando la estructura económica del país sin que se vislumbre un plan para salir de la recesión y reinsertar en el circuito económico a miles de argentinos marginados por el flagelo del Covid-19 y la prolongada cuarentena.

Desde un principio el Presidente contó con un masivo apoyo de la sociedad en su decisión de darle prioridad a la salud por sobre la economía, para lo cual tuvo el respaldo de numerosas instituciones representantes de los más variados sectores, que despojadas de ideologías se sumaron a colaborar, aunque la extensión de las restricciones lleva al país a la peor crisis de la historia.

El anuncio de las últimas horas sobre el acuerdo con los bonistas acreedores de la Argentina es un aliciente, pero no constituye por sí solo un trampolín para el crecimiento, sino un salvavidas para no seguir sumergidos. Aún hay mucho camino por recorrer y se necesita diálogo y consensos para diseñar un plan que contenga a todos los actores de la cadena productiva.

En ese contexto, el sector agropecuario trabaja envuelto en un manto de incertidumbre: después del alza generalizada de los derechos de exportación –en medio de una campaña agrícola- no se establecieron reglas claras que alienten una mayor producción para generar los dólares que necesita el país, los precios internacionales de los granos continúan depreciados y el clima tampoco acompaña.

El mayor cimbronazo se siente en el interior productivo, en regiones alejadas del puerto como es el caso del departamento Río Cuarto, donde luego de una magra cosecha gruesa por los efectos de la sequía, los cultivos invernales tienen una escasa incidencia.

El déficit hídrico provocó una caída de alrededor del 40 por ciento en la siembra de trigo en nuestra región, y de lo que se pudo implantar un tercio de los lotes están en condiciones “regular o malo”, según el último informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba.

El efecto Niña golpea fuerte, lo cual sumado a la falta de políticas claras, plantea interrogantes sobre la próxima campaña gruesa en un departamento que desde hace años está consolidado como el de mayor producción de maíz a nivel nacional.

Por eso se comprende el escepticismo de los empresarios del sector en el sur de Córdoba, donde la tasa de firmas perjudicadas por las restricciones llegó al 23 por ciento, según la reciente encuesta realizada por los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), lo que se vio potenciado por los bloqueos que impuso la provincia de San Luis.

Desde la Sociedad Rural de Río Cuarto no se observan señales para potenciar la “Vaca Viva”, declamada por el propio gobierno, y apuntalar la producción. Sólo basta recordar que se tardaron pocas horas en decidir una suba de los derechos de exportación mientras el interior productivo continúa esperando –a un mes de iniciar una nueva campaña gruesa- cómo se instrumentará la anunciada y nunca aplicada segmentación de las retenciones a la soja, que parece estar guardada en una eterna cuarentena.

El sector agropecuario está dispuesto a seguir realizando su aporte, pero también apela a la responsabilidad del Gobierno para lograr un gran consenso social, establecer un plan económico compatible con las necesidades del país, descomprimir la carga tributaria, achicar los gastos de la política y reducir el déficit fiscal.