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Una cosecha que no será la esperada y más incertidumbre política

Hoy la producción agropecuaria se encuentra parada entre una ola de calor que se extendió por más de 15 días con falta de lluvias en la mayor parte del área agrícola central y los nubarrones de la política que se formaron de repente en el horizonte y que amenazan con una tormenta de pronóstico incierto.
Por eso el panorama para los productores agropecuarios se deterioró en las últimas semanas. Lo que parecía, al menos en las primeras estimaciones de cosecha, una gran campaña por delante, hoy se pobló con signos de interrogación. A esta altura habría que considerar una producción menor a la que se pensaba por los efectos de las prolongadas altas temperaturas y la escasez de lluvias que se combinaron desde mediados de enero. En muchas zonas productivas la situación de los cultivos no es muy diferente a la de un año atrás. Quienes enfrentan esa realidad tiene un escenario muy complejo en su empresa, aunque desde afuera de los ámbitos agropecuarios eso no se perciba aún. Con el ajuste en los cálculos de cosecha habrá también un ajuste en los ingresos de divisas.
Pero además, en esa línea, hay que tener en cuenta que las señales de precios tampoco son buenas. Los granos vienen mostrando una tendencia a la baja, lejos de los niveles récords.
En suma, si bien el resultado final será mejor al del ciclo anterior, dominado por una severa Niña, para muchos productores no se tratará de una revancha.
Mientras tanto, y esperando las horas para que la ola de calor llegue a su fin y vuelvan las lluvias con cierta regularidad para el tramo final de la campaña, se desató una nueva tormenta política tras la derrota del oficialismo en el Congreso con la vuelta a comisión de la Ley Ómnibus.
El derrotero del proyecto comenzó con intentos por aumentar los derechos de exportación para todos los productos exportables, incluidos por supuesto los del agro. A partir de allí empezaron las negociaciones que fueron recortando esos alcances, pero que en la recta final aún mantenía las subas en la soja, el maíz, el trigo y la carne, por ejemplo. Fue hasta que el Gobierno decidió quitar el paquete fiscal de la discusión, y con ello expiró la posibilidad de incrementar las alícuotas a las ventas al exterior.
Pero la vuelta a comisión del proyecto abre otra vez el signo de interrogación sobre la posibilidad de que se insista con la intención original destinada a colaborar con el equilibrio fiscal. Eso obligará a retomar la vigilia sobre cómo se dará el reinicio del debate parlamentario.
En paralelo, con la ley ómnibus, cayeron también tres iniciativas que los productores y las cadenas agroindustriales seguían de cerca: la unificación de las condiciones para la faena bovina bajo jurisdicción federal; la adhesión a la UPOV91 y los biocombustibles.
La primera contaba con amplia adhesión y coincidencias de respaldo mientras que en las dos últimas había diferencias. Donde no había diferencias era en la relevancia de los temas, en la necesidad de unificar criterios para faena, en avanzar con la incorporación de mayor tecnología en semillas para no continuar perdiendo terreno frente a otros países y en ampliar el corte de biocombustibles en los surtidores. Los tres quedaron en stand by.
Más allá de las derivas que tuvo la trunca sesión del martes, los sectores productivos siguen exigiendo un primer objetivo que es el de mayor previsibilidad. Nada de lo que está ocurriendo en Argentina en estos momentos aporta en ese sentido. No sólo hubo un retroceso en la Ley Ómnibus, en el contenido y el fondo de la norma, sino también en las formas. Los diferentes sectores políticos ingresaron en una vorágine de tensión que no hace más que sumar dificultades a un camino extremadamente sinuoso.