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Una visita al corazón productivo para abrir nuevas expectativas

La visita del presidente Javier Milei a Expoagro permitió en primer lugar lo obvio: poner al mandatario frente al enorme potencial del campo y la agroindustria que se condensa en estos días en San Nicolás, al norte de Buenos Aires. Pero en segundo lugar, y más importante, es que el mandatario pueda palpar con sus cinco sentidos la capacidad disponible de un sector que no tiene techo en un mundo que demanda cada vez más alimentos, energías limpias y, más aún, la combinación de esas dos cosas. El campo y la agroindustria nacional están en condiciones, a pesar de todos los obstáculos que se le fueron poniendo en el camino en las últimas décadas, de dar respuestas satisfactorias a esa demanda global. El Presidente no sólo pudo observar lo que se percibe a simple vista como es todo el parque de maquinaria e infraestructura para el campo, sino también los desarrollos que hay detrás de los fierros, dentro de una semilla, de un cultivo, en la genética bovina, o en una AgTech.
Es relevante que un presidente pise, al menos en una muestra, suelo productivo. Entre los sentidos, siempre es distinto escuchar que ver.
Las empresas agropecuarias sufrieron, a lo largo de las últimas décadas, muchas decisiones y políticas que visiblemente desconocían al destinatario y sus efectos. De hecho, hace décadas que los productores y sus entidades vienen explicando lo mismo y advirtiendo a cada paso lo perjudicial que serían determinadas medidas. Lo hicieron cuando de repente en el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner se cerraron las exportaciones de carne, en tiempos de Guillermo Moreno, bajo el pretexto de “cuidar la mesa de los argentinos”. Se intento explicar en ese momento que esa medida iba a generar un espejismo que rápidamente se iba a convertir en una tormenta con caída del rodeo y posteriormente encarecimiento de la carne en el mostrador por escasez de oferta. Fue lo que ocurrió. Al final se perdieron más de 10 millones de cabezas de ganado y algunos países vecinos aprovecharon el vacío que dejó Argentina en los mercados mundiales. Obviamente, se perdieron miles de millones de dólares de ventas al exterior. Fue todo pérdida. Ocurrió todo el tiempo con las retenciones, con las exportaciones de maíz que se intentaron cerrar en el inicio de la gestión pasada, los 7 cortes y varios etcéteras.
Por eso, que el Presidente de la Nación tenga al menos la posibilidad de acceder al conocimiento básico del funcionamiento del campo y la agroindustria es un primer paso. Pero además, en una charla que dio en el marco de la Expoagro a un centenar de personas, remarcó que estaba “orgulloso de estar ahí (en la muestra)” porque en ese lugar se congregaba no sólo el sector productivo más fuerte de la Argentina, sino que es el más productivo de todo el mundo. Porque como dije siempre, si con la carga fiscal que tienen, que puedan seguir produciendo es fruto de un milagro, y ese milagro es que son los mejores del mundo”.
Fue importante la definición y el reconocimiento del Presidente, porque deja en claro su mirada sobre el motor productivo del país, que además puede darle la primera buena noticia de su gestión con una campaña de granos significativa que movilizará a los pueblos del interior y lubricará a la economía en general. En este contexto del país, puede no ser suficiente, pero significará al menos una bocanada de oxígeno.
Para adelante quedará que esa descripción elogiosa tenga una traducción en las políticas y decisiones del Gobierno, y en primer lugar si vuelve a la discusión el paquete fiscal retirado de la ley ómnibus donde los derechos de exportación -se sabe- eran un capítulo destacado. Porque será importante demostrar que se aprendió de los errores pasados.