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Un paso importante, con varios aprendizajes y una necesidad

La aprobación de una versión más acotada de la Ley Bases esta semana en la Cámara de Diputados de la Nación fue para el Gobierno nacional una primera victoria legislativa que pudo construir entendiendo que no tiene más alternativas que trabajar para sumar voluntades y aliados, aunque sea circunstanciales.
La minoría que ostenta en la Cámara Baja es significativa y condicionante. No podrá impulsar proyectos sino cumple con la premisa de tender puentes hacia otros sectores políticos.
El fracaso al que se expuso a comienzos de año, con una catarata de fallidas acciones, parece haber dejado una enseñanza. De hecho, el propio Javier Milei, se encargó desde la oficina de Presidencia de resaltar a los jefes de bloque Cristian Ritondo, Miguel Ángel Pichetto y Rodrigo de Loredo que acompañaron el paquete enviado por el Ejecutivo y permitieron la aprobación.
Si bien ahora la discusión pasó al Senado, donde deberá obtener la otra media sanción para convertirse en ley, la postura del oficialismo encontró un camino de mayor racionalidad y lógica: con amplia minoría, no hay otro camino que el diálogo y la negociación para avanzar. Negociar no debe ser una mala palabra en política, más bien representa la esencia fundamental de esa actividad. Claramente ocurre que durante mucho tiempo se la asoció con la posibilidad de un toma y daca espurio. Volver a reivindicar esas prácticas en las que, ante posiciones divergentes, se buscan caminos intermedios también debe ser parte del cambio que pretende el Gobierno. La alternativa es el todo o nada, que lo llevó al fracaso en febrero.
Por lo cual, el oficialismo tuvo acá, ya desde las formas, un paso relevante. Encontró el mecanismo a utilizar cuando pretende llevar adelante un proyecto con éxito. En el fondo, logró avanzar para contra con las herramientas que viene reclamando desde comienzos de su gestión para acelerar las transformaciones que pretende. Si el Senado convalida lo actuado por Diputados, el Presidente contará con la caja de herramientas que pretendía para dar vuelta su estrategia de gestión, hasta aquí mayormente basada en el ordenamiento macroeconómico y las cuentas del Estado. Esta segunda etapa requerirá de acciones para potenciar la producción, el empleo y en definitiva, el crecimiento de la actividad económica. En la medida en que esto último comience a ser realidad, habrá un remedio cada vez más efectivo para aquellos argentinos que desde hace un tiempo transitan un complejo momento.
La Argentina arrastra como deuda un plan para lograr que la torta sea cada vez más grande. Por el contrario, en términos de PBI per cápita, con más de una década de estancamiento y el crecimiento vegetativo de la población, el resultado se escribe en rojo. Desde el lejano 2011 que el país navega sin expansión. Sin generar nuevos puestos de trabajo en el sector privado. Lo único que aumentó fue el empleo público y mayormente el monotributo. También la relación de empresas por habitante es desventajosa con vecinos de la región.
Por eso es relevante el paso en el Congreso. El Gobierno planteó la necesidad de contar con determinadas herramientas para romper ese status quo. Esta semana dio un paso importante para tenerlas. Si el Senado hace su parte, luego sólo dependerá de que la gestión de Javier Milei utilice de la mejor manera los instrumentos que pidió.
Hasta aquí, la enorme mayoría de la población viene “soportando” -como dijo el ministro Caputo- el costo del ordenamiento y el ajuste. Incluso sectores que necesitan respuestas urgentes, como los jubilados. Y esperan que a partir de ahora, ese acompañamiento tenga sus frutos.