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La baja del precio del maíz y la soja reduce el ingreso de divisas

Los vaticinios optimistas que ponían a la soja como una de las garantías de la recuperación económica en 2013 van perdiendo peso. La caída de los precios de la oleaginosa en el mercado de Chicago y el exceso de lluvias que afecta la pampa húmeda comienzan dejar en zona de riesgo a la campaña agrícola. Según una estimación del productor y ex vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) Néstor Roulet, debido a la baja de los precios de la soja y del maíz en las posiciones de 2013, entre fines de agosto pasado y la primera semana de este mes la pérdida de ingresos para el país habría llegado a poco más de 1700 millones de dólares. Al mismo tiempo, la merma de la recaudación fiscal del gobierno nacional por derechos de exportación (las llamadas retenciones) alcanzó los 569 millones de dólares. El cálculo es hipotético porque no toda la soja ni todo el maíz que comenzaron a sembrarse ya fueron vendidos, pero sí demuestra la tendencia de los precios de ambos cultivos. “Será muy difícil alcanzar los niveles de precios que hubo en julio y agosto”, afirma Roulet. Entre fines de agosto y principios de noviembre, la soja para la posición mayo 2013 perdió 30 dólares por tonelada, mientras que el maíz tuvo una merma de 13 dólares por tonelada en el mismo período. Sólo el trigo escapó a esa tendencia bajista, ya que este grano tuvo un alza de 12 dólares por tonelada para la posición enero de 2013.

 

 

Los fondos liquidan

 

Esas bajas se deben a la liquidación de la posiciones que tomaron en distintas commodities agrícolas los fondos de inversión y especulación con base en Chicago y a las perspectivas de que Brasil y la Argentina, segundo y tercer productor mundial, respectivamente, tendrán una cosecha muy buena el año próximo. Según un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, según sus siglas en inglés) mantuvo sus previsiones de cosecha para Brasil (81 millones de toneladas) y la Argentina (55 millones de toneladas), pese a que aquí las lluvias están provocando el retraso de la siembra. Hasta el momento, se sembró el 50 por ciento de la soja de primera, de acuerdo con los cálculos de la bolsa rosarina. Los productores aprovechan cada día de respiro que da la lluvia para entrar con las sembradoras en los campos. “Si llega a llover 40 o 50 milímetros, la situación volverá a ser muy compleja: el mal tiempo pondría en riesgo las implantaciones ya hechas y los lotes con problemas de drenaje de agua quedarían nuevamente esperando una o dos semanas más sin lluvias para que puedan ser sembrados”, destacó la Guía Estratégica para el Agro (GEA), un informe que produce la entidad bursátil. En el maíz la situación es similar, aunque se calcula que hay al menos 60.000 hectáreas de este cultivo sin sembrar porque están anegadas y se espera que se realicen allí siembras tardías (a partir de enero) o de soja de segunda, explica la GEA.

 

Cálculos

 

Roulet estimó que por la caída de los precios de la soja la pérdida de ingresos de divisas para el país fue de poco más de 1500 millones de dólares, tomando en cuenta un saldo exportable de la oleaginosa de 50,3 millones de toneladas. Por retenciones, la baja de ingresos para el fisco fue de 528 millones de dólares. En maíz, la pérdida de divisas alcanzó a 261,5 millones de dólares, mientras que por retenciones el Estado dejará de ganar 52,3 millones de dólares. Sólo el trigo tuvo buenas noticias en ambos sentidos, ya que su precio en dos meses aumentó 12 dólares por tonelada, con una mejora para la entrada de divisas por 51 millones de dólares y un ingreso para el Estado en concepto de derechos de exportación por 11,7 millones de dólares. El saldo exportable de este cultivo alcanzaría los 4,2 millones de toneladas. Otro indicador de la caída potencial de ingresos es la cantidad de soja de la próxima campaña que los productores ya vendieron. Según informó la BCR, hasta el 31 del mes pasado se habían vendido sólo 3,8 millones de toneladas, mientras que en 2012, en esta misma época, se habían cerrado operaciones por 7 millones de toneladas. El promedio de las últimas cinco campañas fue de 5,6 millones de toneladas.

Por Cristian Mira | LA NACION