La acumulación de varios años de alta inflación y un encarecimiento de los costos en dólares, entre otras variables, hicieron que las empresas brasileñas empiecen a irse de la Argentina
Los matrimonios siempre tienen sus crisis. Algunos las superan. Otros no. El enamoramiento de las empresas brasileñas por activos en la Argentina comenzó cuando éstos se habían abaratado tras la devaluación de 2002. En aquel tiempo sólo los empresarios brasileños, más curtidos en colapsos económicos, se atrevían a venir al país, a diferencia de europeos y norteamericanos. Pero ahora comparten con ellos la misma actitud de cautela. Desde fines de 2012, la minera Vale suspendió su megaproyecto Río Colorado , la fabricante de sanitarios Deca Piazza cerró su planta, Petrobras anunció que venderá sus refinerías y estaciones de servicios, pero no todos los casos son iguales, y el resto de las empresas de este país permanece en la Argentina, aunque sin embarcarse en proyectos de envergadura, como en el pasado reciente.
En la página web del Banco Central argentino se puede rastrear qué sucedía con la inversión extranjera directa entre 2004 y 2011. Hace nueve años, el país con más capital hundido acá era España, seguida por Estados Unidos, Holanda y Francia. Pero entre 2004 y 2011 el mayor flujo de capitales no especulativos provino de la superpotencia (8334 millones de dólares, muchos de los cuales fueron reinversiones de empresas ya instaladas hace tiempo) y después irrumpió Brasil, que llegó a comprar empresas y desembolsó 5122 millones. Sólo más atrás aparecieron Chile, con 2676 millones, y Holanda, España y Canadá, con alrededor de 2200 millones cada uno.
Pero en 2012 la convivencia se desgastó. La acumulación de varios años de alta inflación y un encarecimiento de los costos en dólares , la ampliación del llamado cepo cambiario, con la imposibilidad de que las compañías extranjeras giren a sus casas matrices las utilidades, los honorarios o las regalías por uso de patentes o marcas, la mayor brecha entre el dólar oficial y del contado con liqui (mecanismo legal de entrada y salida de dólares mediante la compraventa de bonos y acciones argentinas que cotizan afuera) cambiaron el humor de los empresarios brasileños sobre la Argentina.
Contribuyó también a empeorar ese humor la generalización de las trabas a las importaciones, el congelamiento de precios en los supermercados y el control gubernamental de las estructuras de negocios.
Algunos de estos argumentos fueron esgrimidos por Vale para justificar la suspensión de su inversión de 6000 millones de dólares en la mina de potasio y el ferrocarril y el puerto para exportarlo, obras en las que iban a trabajar 6000 obreros. La casa matriz de la minera, afectada por la caída del precio internacional de su principal producto, el hierro, había decidido a fines de 2012 reducir en un cuarto sus inversiones en 2013, y eligió hacerlo en la Argentina y Canadá, pero no en Brasil y otros países.
Deca Piazza, del grupo Duratex, despidió a los 140 operarios de su fábrica con el argumento de la pérdida de competitividad, aunque seguirá manteniendo su marca en la Argentina. Petrobras, en cambio, está vendiendo activos en todos los países porque necesita hacer caja para sus fuertes necesidades de capital para el desarrollo de los campos de la plataforma pre-sal (que se encuentra ubicada cinco kilómetros debajo del suelo del océano Atlántico en la plataforma continental brasileña).
En este contexto, la Argentina no es una excepción. En 2011 vendió una refinería y estaciones de servicios a Oil, la petrolera del empresario kirchnerista Cristóbal López, por US$ 100 millones. En diciembre pasado, la presidenta de Petrobras, Maria das Graças Foster, dijo que en la Argentina mantendría sus activos de exploración y producción de crudo, pero el resto de los activos formaban parte del plan de desinversión. Después vendió por US$ 35 millones su porción minoritaria en Edesur al Grupo Sadesa, de Guillermo Reca y Eduardo Escasany, principal accionista del Banco Galicia. López e YPF suenan como candidatos a quedarse con dos refinerías y las estaciones que le quedan a la petrolera de mayoría estatal brasileña.
Resultados dispares
La fuerte inversión de frigoríficos brasileños en la Argentina ha dado resultados dispares. El año pasado, el presidente de JBS, Wesley Batista, dijo que no quería seguir perdiendo dinero en el país, acusó al gobierno kirchnerista de “masacrar” el mercado de carne y comentó que sólo operaba una de sus seis plantas. En cambio, Brasil Foods pagó este año 40 millones de dólares por el 30% que aún no controlaba de la avícola Avex. Marfrig es el otro frigorífico brasileño de fuerte presencia en la Argentina.
“Se fueron Vale y Deca Piazza, pero Petrobras está desinvirtiendo en todo el mundo. Más que una retirada de empresas brasileñas, hay un compás de espera, no hay grandes proyectos de inversión de las que ya están y el que quiere venir ve que otros se van”, describe uno de los consultores que más asesoran a las firmas del gigante sudamericano con intereses en la Argentina, Dante Sica, director de abeceb.com.
“En Brasil hay preocupación por la situación económica que se vive en la Argentina. Las empresas ya radicadas en el país miran la política interna y los cambios de reglas de juego. Dependiendo del sector, han perdido competitividad. No quieren traer dólares al tipo de cambio oficial y después girar las utilidades con contado con liqui a un precio 80% mayor. Se puede traer dinero con contado con liqui (es decir, con un tipo de cambio más favorable al que tiene divisas), pero montos chicos, sólo para comprar una máquina y no para montar una fábrica”, aclara Sica.
Claro que Brasil, de crecimiento modesto en los últimos años, a diferencia de las pasadas tasas chinas de la Argentina, ahora comparte con ésta el crecimiento bajo, aunque la inflación ascendente está lejos de la de acá, de 6,5% anual, y no rigen allá fuertes controles a la salida de capitales.
En suspenso
“Las empresas brasileñas siguen internacionalizándose, con el apoyo del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), pero no hacia la Argentina. Aquí están en suspenso”, cuenta el ex secretario de Industria (ver infografía). “Pero la Argentina va a seguir siendo un lugar de inversión brasileña. Es uno de los principales destinos de exportación de Brasil y la Argentina sigue teniendo activos atrayentes, tiene buenas perspectivas de mediano plazo, cuando haya mayor estabilidad macroeconómica. Puede que los empresarios brasileños estén esperando una devaluación del peso, como en 2002, pero más esperan señales de política económica más claras”, agrega Sica.
En 2000 había 60 empresas brasileñas en la Argentina. En la actualidad, 350. La salida de la minera Vale llevó acarreada la suspensión de contratos con las constructoras Odebrecht, Camargo Corrêa y Andrade Gutiérrez, que negó su retirada del país. Odebrecht aspira a ganar las licitaciones para levantar dos represas en Santa Cruz y, si lo hiciese, traería consigo la financiación del Bndes.
Si se pusiera en marcha el plan de soterramiento del Ferrocarril Sarmiento, también allí podría prestar el Bndes, aunque su regla es que pone dinero cuando hay empresas brasileñas de por medio. Sin embargo, el presidente de la Cámara de Comercio Argentino Brasileña (Cambras), Jorge Rodríguez Aparicio, comenta que ese proyecto está “un poco parado”. Rodríguez Aparicio dice lo mismo sobre nuevas compras de aviones de la brasileña Embraer por parte de Aerolíneas Argentinas.
Otras empresas continúan con sus inversiones para mantener la operación moderna y al compás de la demanda. La imposibilidad de girar utilidades a sus casas matrices lleva a que las reinviertan: algunas compran maquinaria, otras hacen una colocación financiera a la espera de que algún día puedan remitirlas a Brasil o buscan oportunidades en el deprimido mercado inmobiliario, según cuenta un abogado vinculado a compañías brasileñas en la Argentina. Delicias de la vida de pareja.
El dilema entre reinvertir o malvender
En el universo de las empresas brasileñas que ya están en el país y buscan mantener la rentabilidad están los bancos Itaú y Patagonia (Banco do Brasil), en un sector que gana mucho dinero; la cementera Loma Negra (del grupo Camargo Corrêa), que espera que este año repunte la construcción; las textiles Alpargatas, Coteminas y Santana; la fabricante de ómnibus Marco Polo y la de calzado Vulcabras, que aguardan una mejora del consumo. Las textiles y las de calzado se instalaron en la Argentina desde 2004 porque las primeras trabas a la importación ya les dificultaban abastecer desde Brasil. Entre 2011 y 2012 sobrevinieron más trabas a la importación, incluidas las de insumos y máquinas, y los controles cambiarios. “El problema cambiario es una restricción muy difícil. Una de las formas de sortearla es reinvirtiendo las ganancias en el país”, reconoció el presidente de Coteminas, Josué Gomes da Silva. Tampoco es fácil irse, incluso para Vale, que aún sigue manteniendo la concesión para explotar la mina de potasio en Mendoza y no quiere malvenderla. “El problema pasa también por cómo salir. No basta vender: es necesario tirar el dinero”, dijo el presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, José Augusto de Castro.
Diferencias con el empresario argentino
“Las empresas brasileñas están con la misma preocupación que las argentinas”, opina el presidente de Cambras, Jorge Rodríguez Aparicio. La diferencia radica en que las firmas argentinas, en principio, no deben retribuir a sus accionistas en el extranjero, más allá de que siempre ha sido habitual la fuga de capitales de empresarios locales. “El empresario por naturaleza corre riesgos, pero no puede tomar el riesgo de que un cambio de reglas lo lleve a perder plata”, añade Rodríguez Aparicio. “Los que invierten es porque no tienen más remedio que hacerlo”, dice el presidente de Cambras. ¿Cómo que no tienen más remedio? “Son empresas que se han comprometido a remodelar o ampliar la producción. Hay empresas que ampliaron la planta con créditos del Bicentenario (subsidiados), después tuvieron dificultades para importar insumos para producir y al final lograron una solución parcial. Brasil también es proteccionista contra la Argentina, pero con reglas redactadas. En la calle de Brasil hay escepticismo sobre la Argentina. La forma en que se aprobó la reforma judicial fue la gota que colmó el vaso. Pero el empresario brasileño tiene actitud de más largo plazo que el argentino, piensa que esto va a cambiar y la Argentina es su mercado natural.”
5122 Inversión brasileña
Son los millones de dólares que invirtieron en su conjunto empresas brasileñas para comprar activos en la Argentina.
6000 Menos trabajo
Son los trabajadores que iba a emplear la minera Vale, que decidió abandonar el país y el proyecto para extraer potasio.
350 Presencia en el país
Es la cantidad de empresas brasileñas que tienen presencia en la Argentina, en su mayoría del sector textil y del calzado.
Por Alejandro Rebossio | LA NACION