Según un informe de expertos del Ieral, las trabas a las exportaciones en el gobierno anterior y los mayores costos en dólares dificultaron la colocación de muchos productos
CÓRDOBA.- Las restricciones a las exportaciones que rigieron durante los últimos años, la mayor carga impositiva, un mercado cambiario desdoblado y un país caro en dólares fueron determinantes para que productos agroindustriales y de las economías regionales perdieran participación en las exportaciones. De un grupo de 15 productos analizados por los economistas del Ieral, Jorge Day y Mariano Devita, sólo tres (harina de soja, vinos y aceite de oliva) lograron aumentar su participación en el mercado mundial entre 2006/07 y 2015/16; el resto perdió terreno.
Como el comercio mundial, aunque lento, siguió evolucionando en ese período, para Day es “claro que nos están sustituyendo, les están comprando a otros”. El análisis dividió los productos en dos grupos: aquellos con un alto market share (más del 10%) y el resto.
En el primer caso, con la excepción de la harina de soja, todos perdieron cuota de participación. En el segundo se registran fuertes caídas en trigo, aceitunas y ajo y, proporcionalmente, también en manzanas y naranjas. El aceite de oliva, que en general sigue una tendencia estable, tiene oscilaciones dependiendo de las cosechas.
En síntesis, en general en los últimos nueve años, el mundo compró una menor proporción de productos argentinos en la mayoría de los casos considerados. El trigo, por supuesto, fue afectado por las retenciones y el manejo “discrecional” de los registros de exportación, que se eliminaron a fines de 2015.
En el segmento de las frutas frescas -peras, manzanas y naranjas- golpean los altos costos argentinos en dólares y son productos de mano de obra intensiva. En ajos, se sufrió la “invasión china a Brasil”, lo que limitó las ventas.
En vinos fraccionados hubo, para los economistas, una demora en el impacto negativo del dólar barato. La lupa puesta sobre la dinámica en los últimos 12 años muestra que hubo una tendencia creciente hasta 2010 y luego se estancó, mientras que el market share en cantidades cayó. Por los altos costos en dólares, las bodegas salen a exportar vinos más caros, pero venden menor volumen.
Los autores de la investigación enfatizan que aun cuando se unificó el mercado de cambios y se redujeron o eliminaron impuestos a las exportaciones, recuperar el terreno perdido no será sencillo. “El gran peso del gasto público empuja hacia arriba los costos en dólares. Mientras esa variable se mantuvo estable en la última década en Chile, en la Argentina se incrementó en más de un 100%”, dijeron los expertos.
Insisten en que, pese a los avances logrados en los últimos 18 meses, se requiere seguir trabajando en la reducción de costos internos (impuestos, logística, laborales no salariales), en mayor productividad y en la apertura de nuevos mercados, incluida la firma de acuerdos comerciales, como podría ser el del Mercosur con la Unión Europea.
Como -indican Day y Devita- no se espera un cambio sustancial en materia cambiaria en un futuro inmediato, la Argentina continuaría siendo cara. En esa línea, el escenario optimista sería que al menos este proceso de sustitución que hace el mundo “se detenga y no se profundice”.
“Una gran ventaja para el agro pampeano es la baja de las retenciones, lo que mejora las perspectivas en comparación con el resto. El costo alto en dólares es la complicación mayor, el gobierno es pro negocios, pero hay que reducir el impacto de ese factor; hay tareas para hacer y llevan tiempo, aunque hay empresas que están muy urgidas”, expresó Day.
Gabriela Origlia LA NACIÓN