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Agro, construcción, educación y entretenimiento: cuatro industrias que innovan y desafían el futuro

Bacterias para tratar la salmonela en la harina de soja, juegos que mezclan lo real y lo virtual, plástico que sirve para edificar y un nuevo modelo de aprendizaje

El encuentro Negocios del Futuro, organizado por LA NACION, reunió en un panel a cuatro emprendedores que, por las innovadoras características de sus proyectos, parecen poner en cuestionamiento aquella remanida premisa de que “todo tiempo pasado fue mejor”.

El puntapié inicial estuvo a cargo de Francisco Colombatti, quien fue reconocido por el MIT como uno de los innovadores menores de 35 años. El joven trabaja en Molinos Agro, donde desarrolló un tratamiento para eliminar la salmonela en la harina de soja -utilizada para alimentar diversos animales- a través de bacterias. “Quisimos apuntar a una industria de valor. Luego de la industrialización del poroto de soja, se producen aceite y harina. Obviamente tienen distintos requisitos para comercializarse: en la harina es la ausencia de salmonela, que produce enfermedades en los animales a los que se destina el consumo de este producto”, contó.

Colombatti dijo que controlar un microorganismo que se transmite a través de aves e insectos resultaba complejo en una celda donde hay 250.000 toneladas de harina, pero logró superar este desafío mediante la creación de un tratamiento que utiliza bacterias lácticas para prevenir su contaminación. Los proyectos anteriores empleaban tratamientos con ácidos, eran más costosos y podían resultar tóxicos. “Sin duda ayuda a que este producto tenga mayor aceptación en el mundo. Puede marcar la diferencia entre la apertura y el cierre de un mercado particular. Ya lo tenemos desarrollado y validado a gran escala. Tratamos 12 millones de toneladas de harina de soja y no hemos tenido ningún reclamo”, añadió.

Sebastián Sajoux, por su parte, buscaba encontrar una solución al 70% del descarte plástico del mundo que hoy, por su composición, no se puede reciclar, porque resulta más caro hacerlo que comprar plástico nuevo. Su solución fue crear un nuevo componente que puede reemplazar el canto rodado en distintos tipos de edificaciones. “El desarrollo comenzó con la búsqueda de tecnología nueva que permitiese competir con el precio del enterramiento de los rellenos sanitarios y poder reciclar todo tipo de plásticos. Desarrollamos una piedra que puede ser demandada por millones de toneladas en el mundo para que no se transformase en una solución de nicho, sino de escala, capaz de replicarse globalmente”, afirmó el fundador de Arqlite.

“Tiene muchos usos, como la mezcla de hormigones, que se hace con cemento, arena y piedra, que en parte se reemplaza por esto. El resultado es que se logran estructuras más livianas, diez veces más eficientes como aislante térmico y acústico y con un costo competitivo con el de la piedra de cantera”, explicó.

“A mí, particularmente, me tocó romper con la barrera de reciclar los plásticos no reciclables. Cuando me juntaba con ingenieros mecánicos para desarrollar los equipos, me decían que no se podía hacer. Yo decía que sí se puede, porque en casa, con una cacerola y un palito revuelvo los plásticos y con eso hago una piedra”, confesó Sajoux, quien comenzó solo el emprendimiento y consiguió validarlo con inversores y constructoras en Estados Unidos.

Sajoux reconoce que esto no fue sencillo. “Una de las grandes barreras fue entrar a este sector. Lo que tuvimos que hacer es traccionar desde el lado del usuario final. Arrancamos con los desarrolladores con un producto que, por sus características, los ayuda a ganar licitaciones”, completó.

Para Jacinto Montú, de Unicorn Games, el disparador fue una anécdota familiar: “Mis sobrinas peleaban por jugar con un iPad. La solución fue que cada una consiguió uno propio y dejaron de jugar juntas, y noté que faltaba algo que las uniera. Empezamos a investigar y descubrimos que muchas veces las aplicaciones permitían que pudieran jugar dos niños a 200 o 10.000 kilómetros de distancia, pero que estando en un mismo lugar en el mismo momento se complicaba”.

Como solución, Montú lanzó un juego de mesa que, como en un juego tradicional, empleaba un dado para avanzar, pero que, en determinados casilleros, exigía completar un desafío en una aplicación. “El resultado impacta en cómo continúa el juego en el tablero. Se genera una dinámica que va y viene y pueden jugar varios niños con un solo dispositivo”, relató.

“Estábamos tocando dos industrias muy distintas, que incluso competían, como el juguete y el videojuego. Teníamos el desafío de unirlas y fuimos encontrando un lugar, porque incorporamos investigación y desarrollo al juguete”, reconoció. “Empezamos con un vertical de juegos clásico y ahora estamos volcados a un vertical tecnológico, donde conectamos los juguetes a la Red, una suerte de Internet de los juguetes”, completó.

A la fecha, Unicorn Games cuenta con siete juegos y presencia en la Argentina, Uruguay, Perú y Colombia. Montú pronosticó que pronto se va a difuminar la frontera entre los mundos físico y online. “Yo desarrollo una parte digital y la venta es por la parte física. Se mezclan los modelos de negocios y se va a dejar de distinguir entre uno y otro”, dijo.

Sally Buberman también se nutrió de la experiencia familiar para montar su emprendimiento: “Mi mamá era maestra en zonas rurales y siempre decía que ella odiaba la matemática porque le gustaban las ciencias sociales. Pero la terminaba enseñando igual ante la ausencia de profesores. Yo entonces me dije: «No puede ser que en la época de la tecnología no se haga nada con eso»”.

La emprendedora comenzó a trabajar con un conjunto de amigos para replicar la experiencia de un salón de clases a través de Internet. Así nació Wormhole, una plataforma de aprendizaje en línea que ya opera en una veintena de países. “Nos metimos en el mundo de las empresas y los gobiernos porque entendíamos que la gente joven que están incorporando nació con estas tecnologías y tienen problemas para que los millennials se sientan cómodos trabajando con ellos. Ahora tenemos oficinas aquí, en Brasil, Colombia y Estados Unidos, y clientes en más de 15 países”, dijo.

“Esto de «nos sentamos, me dictan y copio» ya no funciona”, señaló Buberman, y concluyó: “Creo que el modelo de educación del futuro va a implicar discutir, aprender, trabajar en equipo y desarrollar habilidades que la escuela hoy no está dando”.

Qué dice la gente que hace

Sebastián Sajoux: “Cuando me juntaba con ingenieros mecánicos me decían que no se podía hacer, pero yo les decía que sí”

Jacinto Montú: “La frontera entre los mundos físico y online se va a borrar”

Sally Buberman: “El modelo de educación del futuro implicará cosas que la escuela no está dando”

Francisco Colombatti: “Hay que destrabar incrementos en los rindes con enzimas, probióticos y genética para producir cada vez más con lo mismo”

LA NACIÓN