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La suba del valor de los granos no compensa la caída de los rindes

La variación de precios de los granos entre enero y febrero fue del 7,8% para el trigo; del 8% para el maíz, y del 10,4% para la soja

La situación financiera de las empresas agropecuarias se presenta complicada por la sequía . “La falta de producción es lo que más perjudica. Hay que ver cómo termina la película climática, pero la rentabilidad será negativa o muy escasa en muchos casos”, alerta el consultor Teo Zorraquín. “El aumento del valor del dólar y la suba de los precios de los granos van a hacer más suave la caída para los que siembran, aunque una buena parte de esta suba irá para los dueños de la tierra que tengan los campos arrendados”, agrega. En los planteos ganaderos y lecheros se observa un aumento de costos de suplementación, sin existir incrementos relevantes en los precios de venta de la carne y de la leche. Ante esta situación, el ánimo no es el mejor. “Vienen meses donde habrá que tomar decisiones difíciles, seguramente habrá margen para capturar oportunidades en los distintos negocios, pero en un marco mucho más amenazante que el imaginado poco tiempo atrás”, adelanta. La variación de precios de los granos entre enero y febrero fue del 7,8% para el trigo; del 8% para el maíz, y del 10,4% para la soja. Estos mayores precios solo compensan una parte de la baja de producción por varias razones.

 

La sequía lleva cuatro meses y ya es la peor en 44 años

 

En primer lugar, porque las subas tienen en cuenta una falta de oferta “promedio” de la Argentina, dentro de un mercado mundial ofrecido. Además, el precio local de la soja tiene retenciones y se ve sólo una parte de la suba. Por otro lado, en general, el productor fija precios en precampaña a través de ventas forward por una parte de su producción esperada. Ante una sequía como la actual, esa cobertura queda en precios inferiores, y al faltar mercadería, el remanente por vender a mejores precios es inferior o inexistente, con lo cual la suba de precio (que refleja el promedio de faltante) no compensa totalmente la falta de mercadería. A veces, el faltante es de tal magnitud que no es posible, siquiera, entregar los forwards ya comprometidos. La falta de lluvias también está complicando a la ganadería. Las pasturas, base de la producción ganadera y lechera, sin rebrote suficiente, obligan a bajar la carga y a aumentar el costo de suplementación. Además, hay atraso en la siembra de verdeos y de nuevas pasturas, con dudas en el logro de la futura cadena forrajera. En muchos campos de cría ya se realizó el destete de terneros en forma temprana y se han encerrado para suplementar.

 

Ganadería

 

El precio del ternero pesado (190 kilos o más) sigue en $40-42 por kilo. El liviano (menos de 160 kg) se cotiza en el orden de 43 a 45 pesos, aunque con variaciones importantes según zona. El novillo se mantiene en los 36 a 38 pesos, con una relación compraventa en el orden de 1,10 a 1,15, buena para el que va a reponer luego de vender. El valor de los vientres no repunta y aparentemente la retención de hembras perdió fuerza. En resumen: precios de venta que no se mueven y costos que aumentan en kilos de carne. Es un corto plazo complicado para los ganaderos, pero con un entorno de largo plazo atractivo por los nuevos mercados abiertos, por el impulso dado a la exportación y por la reasignación de cupos para cumplir la cuota Hilton este año. Además, se están acentuando los mecanismos de control de la evasión, clave para ser competitivos en el largo plazo. La actividad tambera también está demandando más suplementos que lo habitual. Trabaja con mayor gasto de alimentación y, en muchos casos, con menor producción de leche debido a las altas temperaturas. “La lechera es una actividad que requerirá mucho esfuerzo e inteligencia para sostener su competitividad”, desafía Zorraquín.

 

Carlos Marin Moreno para LA NACIÓN