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Y llegó el tercero nomás, con igual receta y provocando igual rechazo

“Defendemos al productor genuino, el que se arriesga, el que invierte y el que, cuando tiene condiciones claras, busca el progreso y el bienestar para todos, y estas políticas del gobierno nacional, lo único que hacen es promover el desembarco de empresas afines a él que se quieren quedar con el negocio agropecuario sin importar lo que dejan a su paso” – Heraldo Moyetta, presidente de la Rural de Río Cuarto.

  • La gran preocupación: Que no haya un plan pensado a largo plazo.
  • La gran necesidad: Poder participar de la mesa de decisiones y concertación, y, por supuesto, ser escuchados.
  • La gran pregunta: ¿Qué se hace con el dinero que se obtiene como excedente de la implementación de cada uno de los Dólar Soja?

 “Si de verdad quieren solucionar un problema, como buscar incentivo para las exportaciones, ¿por qué lo hacen con una duración de 45 días?, está a las claras que es más una necesidad de caja del gobierno que un incentivo exportador, como ellos lo denominan”, reacciona Heraldo Moyetta, presidente de la Rural de Río Cuarto al ser consultado por cómo fue recibida en el sector agrario la noticia del nuevo Dólar Soja o Dólar Soja III como ya se lo conoce.

Y así llega esta nueva edición de la iniciativa que ya contó con el tiempo suficiente, los anteriores dólar soja, como para dejar asentado que se trata de decisiones que logran lo que buscan, recaudar sí, pero en desmedro de amplios sectores de la producción agraria y de todos quienes se vinculan a ella mediante servicios o actividades subsidiarias.

Y esta vez no será muy distinto el panorama, de hecho, comenzó muy parecido a las veces anteriores. De nuevo se olvidaron de los productores a la hora de armar la mesa de diálogo y concertación; de nuevo omiten mirar hacia atrás y también, por qué no, hacia los lados, para percibir la terrible distorsión de precios que provocó el Dólar soja I y que profundizó el Dólar Soja II. Nuevamente pareciera no importar el después, aunque tampoco importa el antes ni el ahora, sólo la urgencia de tener dólares frescos, sea al costo que sea.

Como se dice habitualmente, para muestra basta un botón, como es este ejemplo que muestra lo que viven quienes prestan servicios asociados a lo agropecuario y reclaman que deben facturar teniendo en cuenta el dólar oficial, mientras que, a la hora de adquirir insumos no pueden escapar de la cotización del dólar billete, “yo compré otro avión y lo estoy pagando en dólar billete pero cobrando mis servicios a dólar oficial, y a ello hay que sumarle que la sequía disminuyó un 60% las horas de vuelo respecto de las que se hacían habitualmente en esta zona”, asegura Eduardo Pipec, piloto de aviación agrícola, en un ejemplo claro de las distorsiones que trae aparejado el desdoblamiento cambiario, agravado por la cantidad de tipo de dólares que conviven hoy en Argentina, y por las condiciones climáticas que en estos tres años han asolado al sector.

Por eso no sorprende el amplio rechazo que, hacia la medida, se ha despertado y sobrevive en el sector agrario y como insiste Heraldo Moyetta, “si realmente es una medida que funciona y una medida que incrementa las exportaciones para juntar las divisas que al país le hace falta, creo que tendría que ser una política a largo plazo y no de 45 días.Creo que vuelve a ser un parche que va a distorsionar los mercados y va a generar mayor inflación, que es lo que va a terminar repercutiendo en toda la sociedad”, asegura el dirigente quien además explica dicho impacto negativo generalizado: “es muy simple, primero que, al haber esta diferencia cambiaria donde están dando cien pesos más por dólar, para contrarrestar esos pesos va a haber que emitir dinero, esa emisión de dinero se paga con inflación; y después, el complejo sojero está muy relacionado con lo que es el alimento de animales, porcinos, pollos, etc. Ninguna industria que genere productos a base de soja, va a conseguirla a menor valor de la que tiene el dólar soja, todo eso va a impactar en algún momento en los alimentos y eso en la sociedad en su conjunto se va a ver reflejado en el corto tiempo. En treinta o sesenta días va a haber un aumento importante de algunas cuestiones de alimentos. En el caso de carne de cerdo, aviar e incluso en algunos derivados que se utilizan también en la parte bovina. Eso va a implicar mayor inflación seguramente”, concluye el dirigente ruralista.

La gran preocupación, remarca Moyetta, es la falta de un plan a largo plazo; mientras que  la gran necesidad es la de poder por fin ser convocados a la mesa de diálogo y concertación y por supuesto, verdaderamente escuchados; y, finalmente, la gran pregunta que surge es, ¿qué se hace con el dinero que se obtiene como excedente luego de implementar el Dólar Soja en cada una de sus versiones, o incluso con el que se lograr a partir del cobro de los DEX? Por ahora todas esas cuestiones parecieran estar en el aire y así vamos, a la deriva, sin rumbo ni brújula que permita orientar la toma de decisiones en un marco de reglas claras y previsibilidad jurídica para el productor que lo único que busca es producir. De lo contrario, el caldo de cultivo queda fértil para empresas que sí tienen intereses especulativos y que, lejos de cuidar la tierra que da de comer, la saquean y explotan sin importar lo que dejan a su paso y cuyo único fin es el obtener divisas que se llevan del país. “Ya ha quedado más que demostrado que no es el productor genuino el que especula y se lleva el dinero afuera”, remarca Heraldo Moyetta, “el productor lo único que quiere es producir, cuando ha habido pequeñas señales de alivio en cuanto a la presión que se le genera a los sectores productivos, han dado muestras acabadas de inversión y de cosecha récord. El productor sabe los riesgos de esta industria que es a cielo abierto, todos lo sabemos, lo único que necesita es poder producir y poder hacer su caja para poder afrontar cualquier situación, incluso las climáticas. Lo que logran estas políticas que se están llevando adelante es la aparición de grandes empresas allegadas o afines al gobierno que se van a terminar quedando con el negocio agropecuario, ya que, a los campos, los siembre el productor o no, terminan produciendo en manos de no sabemos quién. Por eso lo que nosotros defendemos desde esta institución es al productor genuino, el que se arriesga, el que invierte y el que, cuando tiene condiciones claras, busca el progreso y el bienestar para todos”, concluye Moyetta.