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Pese a todo, la ganadería sigue mostrando fortaleza y horizonte

En las últimas semanas, tres puntos estratégicos de la provincia como Río Cuarto, Huinca Renancó y Jesús María estuvieron unidos por una misma fotografía: una gran participación, en cuanto a cantidad, pero especialmente a calidad, de hacienda en las exposiciones de las sociedades rurales.
No fueron pocos los que advirtieron esa situación y buscaron explicaciones frente a un contexto general muy negativo por la situación económica del país, pero además con un panorama particular de la ganadería repleto de dificultades.
Pese a eso, en los corrales y las pistas centrales de los predios ruralistas se vio hacienda de primer nivel y de todas las razas. Eso habla de la perseverancia, la inversión y el conocimiento que, combinados, permiten que la ganadería nacional siga destacándose más por calidad que por volumen.
Es que la falta de incentivos por parte de la política agropecuaria y económica hizo que el rodeo nacional no logre aún recuperar el terreno perdido con el fuerte golpe que recibió entre 2008 y 2009 y por el cual se perdieron más de 10 millones de cabezas sobre un total menor a los 60 millones. Aquella marca aún no se restableció, cuando pasaron ya 15 años. Es decir, una política que atentó contra el crecimiento de la actividad provocó un daño que tal vez requiera de dos décadas para subsanarlo y volver al punto de partida. Pero también hay que remarcar que el nivel de recuperación del rodeo fue pese a las políticas que aún perduran. Porque lejos de promover la actividad, se insistió con recetas que distorsionaron los mercados y que complejizaron la actividad. Se insistió en intervenciones innecesarias ante un mercado que funciona plenamente al ritmo de la oferta y la demanda, en el que hay millones de compradores y miles de productores. Se lo vio con nitidez en el último año. Lamentablemente, la sequía hizo estragos y la salida de hacienda de los campos se aceleró, ampliando fuertemente la oferta, lo que deprimió los precios reales y llevó a que los cortes vacunos aumentaran muy por debajo de la inflación en el último año. Pero esa oferta iba a encontrar un límite y fue el mes pasado, cuando empezó a recortarse y con eso se inició un proceso de recomposición de precios que era esperado. La noticia de las últimas semanas fue la suba de la carne, pero precedido de un freno a lo largo de todo un año.

Un acople de adversidades

Así, el contexto climático se sumó al de las políticas públicas, que también incluyeron otro tipo de distorsiones, como las sucesivas versiones de Dólar Soja, que de pronto alteró el costo de la alimentación ante una sequía que afectó la provisión de pasturas. Eso también fue parte de las dificultades que los ganaderos enfrentaron en el último año. Sumado que aún perduran trabas a las exportaciones y las retenciones.
Por eso, visto en perspectiva, y más aún con el último ciclo climático de una Niña que se extendió por tres años consecutivos, pero que tuvo en el último tramo su peor versión, lo logrado por los productores ganaderos y las cabañas fue sorprendente.
Y no hay más explicación que la cultura del esfuerzo y del trabajo que caracteriza a la actividad, siempre intentando superarse más allá de los contexto y las trabas que puedan surgir. Siempre apostando por tener una mejor genética que redunde en una mejor producción. Pese a todo, la ganadería empuja y deja la incógnita abierta: ¿cuánto más podría hacer y crecer si en algún momento en vez de castigos comienza a recibir incentivos? De eso, por ahora, aparece poco y nada en la discusión electoral.