La delicada situación de los tambos es muy conocida, recurrente e incluso ya se extendió también a la industria. Pero el primer eslabón es el que viene soportando no sólo las inclemencias del tiempo que fueron severas, que golpearon con dureza la provisión de alimento para los animales y que terminó impulsando los precios de sus alternativas. Sobre esa base se plegaron decisiones del gobierno que agravaron aún más el panorama tambero, como los dólares soja o su versión complementaria del maíz. En todos los casos, profundizaron una crisis preexistente.
Hace menos de una semana, tambos e industrias enviaron una carta al ministro de Economía, Sergio Massa, advirtiendo sobre una pérdida de 5.700 millones de pesos mensuales y un pedido concreto de eliminación definitiva de retenciones como uno de los elementos de solución.
Como contexto, en el caso de los tamberos, en agosto recibieron una recomposición de precios en tranquera por su leche del 4%, similar al mes anterior. Comparado con el proceso inflacionario claramente hay una significativa pérdida acumulada. Pero además, como se dijo, los costos de alimentación, por la escasez y por las medidas del Gobierno combinadas, fueron aún más altos que el IPC promedio del Indec. De allí que la brecha de la ecuación económica se haya profundizado y la situación del sector sea cada vez más delicada.
El planteo de los dos primeros eslabones de la cadena tuvo esta semana una respuesta del Gobierno, pero lejos de lo esperado. Más en clave electoral que en clave de gestión. El ministro de Economía anunció una quita de retenciones por 90 días y un adicional a la cuota del Impulso Tambero, un programa que se anunció a comienzos de enero y luego se replicó por la perseverante crisis del sector.
Vistos los resultados, nada de eso viene a solucionar de fondo la crisis tambera, que reclama claramente el fin de la intervención sobre los costos de producción con el dólar soja o el dólar maíz, pero además la quita definitiva de las retenciones y no por solo 90 días. ¿Y el día 91, qué pasará con los tambos y la cadena láctea?
La eliminación permanente de las retenciones puede lograr una captación mayor de recursos por parte de los distintos eslabones y eso aceitar los magros resultados económicos que hoy se perciben. Pero hacer de esa quita una medida temporal, lejos de solucionar de raíz el problema, abre un nuevo escenario de incertidumbre y arbitrariedad, con un riesgo de acaparamiento de recursos de ciertos eslabones sobre otros. El tambo, en ese escenario es claramente el de mayor debilidad ya que no tiene posibilidad de fijar el precio de su producción, que además es perecedera. El valor del litro de leche lo pone el comprador, en un mercado que sigue reclamando mayor institucionalidad y mejores condiciones para la producción. No sólo el tambo no tiene posibilidad de fijar el precio de la leche, sino que la entrega sin conocer el valor, que cobrará a los 45 días, en un contexto altamente inflacionario. Pero si además hay una recomposición de precios que pierde a un ritmo de 8 puntos porcentuales por mes, el cuadro se vuelve alarmante.
De allí el cálculo de que julio el eslabón industrial perdió $ 1.295 millones y el eslabón primario, $ 4.394 millones. En agosto se sumó la devaluación, luego el dólar soja 4 y la sequía que sigue dominando el paisaje.
No casualmente Massa remarcó como “clave también que el esfuerzo que hagamos llegue al productor. Porque si bajamos retenciones y el productor no ve una mejora en el precio no habrá servido de nada en términos de los volúmenes”. Por eso tal vez haya llegado el momento de dejar de apilar parches y tomar el toro por las astas antes que sea demasiado tarde.
Facebook
Twitter