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Nunca los derechos de exportación son un camino virtuoso para la producción

Luego de las idas y vueltas del Gobierno nacional respecto a las retenciones, en particular de las economías regionales, algo debería quedar como conclusión desde el comienzo mismo del mandato: nunca los derechos de exportación son un camino virtuoso para la producción.
Son esencialmente un perjuicio cuantioso para el que trabaja todos los días pensando en cómo mejorar lo que hace, cómo ampliar y sumar mayor productividad. Constituye un daño económico de magnitud para las localidades en las que vive el productor, porque le resta mucho dinero que toma un camino de ida y que ya no regresa. Por eso, las principales provincias agroindustriales son las que más padecen estas consecuencias, al transferir recursos a la Nación y debilitar sus propias economías. Es lo que le pasa a Córdoba y a los productores cordobeses.
Pero peor aún, son impuestos que castigan a toda la cadena productiva porque dejan menos recursos en cada eslabón. De hecho, parte de le revisión que hizo el gobierno a pedido de las entidades gremiales del campo tuvieron como foco economías que no iban a tolerar el regreso de ese tributo y menos con una alícuota del 15% como se había anunciado. La lechería, de fuerte presencia en Córdoba, que lidera la producción a nivel nacional, era un claro ejemplo de eso. El tambo hoy recibe unos insignificantes $150 por litro y es el valor más bajo entre 80 países del mundo medido en dólares. Mientras, los costos de alimentación de los rodeos siguen incrementándose, de la mano del nuevo tipo de cambio. Sobre esa realidad, aplicar nuevamente los derechos de exportación lucía un despropósito.
Sin embargo, hay producciones como la de carne que no pudieron escapar a las pretensiones del Ministerio de Economía, que en definitiva es el que impulsó el paquete bajo la premisa de alcanzar el equilibrio fiscal. Es destacable que el Gobierno haya decidido eliminar las trabas a las exportaciones y que el mercado tienda a transparentarse; sin embargo el impacto real será muy limitado a partir de la implementación de mayores retenciones. La cadena cárnica aportaba todavía el 9% y era un valor que, combinado con las trabas al comercio exterior, servían como freno de mano a la producción. De hecho, el rodeo nacional aún no logra recuperar el volumen perdido a partir de 2009, cuando ya pasaron casi 15 años. Eso es la muestra más evidente de que no hubo incentivos a lo largo de todo ese tiempo. Ahora habrá mayores derechos de exportación que, según el Gobierno, serán pasajeros, pero que los productores ganaderos observan a través del espejo del pasado y las anteriores medidas momentáneas que quedaron para siempre. Naturalmente toman estos anuncios con pinzas.
Del otro lado de la ecuación, y como les ocurre a los tamberos, los costos se mantienen volátiles. Es decir, los ganaderos sufren hoy un efecto pinza con costos en alza e ingresos que son recortados vía derechos de exportación.
Se sabe además, que son actividades de largo plazo y que desde que se decide retener un vientre para producir un ternero y alcanzar el animal terminado pasan al menos tres años. Por eso cuando se insiste tanto en reglas de juego claras lo que se intenta transmitir es la necesidad de ordenar de una vez por todas la economía argentina para que a futuro no tenga la necesidad de permanecer en el cambio constante de rumbo que es exactamente lo opuesto al camino del progreso.