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Cargas equitativas para un momento de máximo esfuerzo

La velocidad de los acontecimientos y la sucesión de cambios sobre el escenario económico, sumado al enciclopédico DNU y el megaproyecto de ley de reformas enviado por el Ejecutivo al Congreso generaron un clima de zozobra en buena parte de los argentinos. Los productores agropecuarios, en particular, transitan las horas finales de la siembra de la gruesa con cambios constantes en el escenario. Desde la intención del Ejecutivo de aumentar las retenciones, hasta los permanentes incrementos en los costos de producción, especialmente los combustibles, que ya dieron tres saltos en 30 días y duplicaron su valor en ese corto plazo.
La relevancia de ese costo en los momentos de siembra y cosecha hace que las ecuaciones previstas de antemano por quienes apuestan al mediano plazo queden desvirtuadas, desactualizadas y fuera de foco. Poco del esquema presupuestario se puede cumplir 30 días más tarde.
Cuando se insiste en la previsibilidad y en la necesidad de sostener las condiciones del escenario económico, los productores hacen referencia especialmente a eso. ¿Cuántos años hace que no se siembra y se cosecha con las mismas condiciones? ¿Cómo es posible ser eficiente y crecer en volumen a nivel nacional bajo este escenario siempre mutante?
En los últimos gobiernos, nos hemos acostumbrado a que luego de sembrar o durante ese proceso haya “novedades” con los derechos de exportación, los cupos o intervenciones de algún tipo en los mercados. Peor aún con la carne, una actividad que decide hoy lo que va a obtener en 3 años; en el medio, fueron y vinieron un sinfín de medidas que modificaron lo establecido. Así todos los años.
Se podría agregar gran cantidad de actividades, como el tambo y su necesidad de sembrar pasturas o maíz para picar y ensilar y así cubrir la demanda anual de alimento del rodeo. Hay que cubrir una demanda de 12 meses en un país en el que los precios cambian todos los días. Como consecuencia, cada vez más, quien produce debe destinar más tiempo a estar ocupado en el Excel actualizando valores y recalculando las ecuaciones económicas previstas que viendo cómo aumentar o mejorar lo que hace en el campo.
Hay un desacople explícito de tiempos para el que quiere producir e invertir. Y entonces no es raro que haya una limitada producción y una escasa inversión. Por ende, el potencial agropecuario está encorsetado y depende exclusivamente de la epopeya del productor y del clima.
Esta campaña posiblemente traiga buenas noticias en cuanto a volumen de granos para el país. Pero no será por ninguna buena medida económica surgida de la esfera política. Más bien será a pesar de lo dispuesto.
El envío de la suba de retenciones va exactamente a contrapelo de lo que se venía prometiendo en la campaña electoral por varios de los candidatos, el Presidente incluido. Hay conciencia de la situación en la que se encuentra el país, y eso está fuera de discusión. Pero el campo no puede seguir poniendo el hombro mientras a otros sectores se los libera alegremente y deciden a destiempo del resto un tercer incremento de precios en un puñado de semanas que empuja nuevamente los costos de toda la economía.
Quedó claro que los argentinos entendieron el desafío de la hora y plantearon la necesidad de dejar atrás privilegios y beneficios injustificados. Asumieron el compromiso de asumir costos bajo la promesa de un futuro mejor. Pero en el mientras tanto es imperioso que las cargas sean equitativas y que no haya sectores que mientras otros empujan el carro empantanado, prefieren subirse y mirar desde arriba.