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BALANCE Y PERSPECTIVAS: “La falta de competitividad nos obliga a moderar las expectativas”  

 

Si bien este 2017 no fue tan bueno como se esperaba para el campo, después de haber tenido una primera campaña con la quita de retenciones y otras medidas tomadas por el Gobierno nacional, algunas variables macroeconómicas se fueron acomodando.

El campo respondió rápidamente cuando el Gobierno le “sacó el pie de encima”, como bien dijo el presidente Mauricio Macri, y lo hizo con dos buenas cosechas de trigo, una mejor que la otra, al punto que la que está concluyendo será histórica en cuanto a rendimientos y superficie sembrada. Lo mismo ocurrió con el maíz y con la recuperación de más de 2 millones de cabezas en el stock ganadero.

Podemos decir, entonces, que el Gobierno obtuvo una rápida respuesta del sector a las primeras señales recibidas a fines de 2015/comienzos de 2016. Esto se notó también en el nivel de inversiones en maquinaria agrícola, por ejemplo, pero en este 2017 el entusiasmo se fue perdiendo por algunos problemas relacionados con la situación económica, como la falta de competitividad, la falta de infraestructura y  un atraso cambiario importante.

Si bien reconocemos que se ha avanzado muchísimo en cuanto a las posibilidades de diálogo con las autoridades, hubo algunas cuestiones en las que no se obtuvo respuesta y, por lo tanto, no nos sentimos todavía partícipes del proyecto común que se necesita para sacar al país adelante. No tuvimos, en tal sentido, ninguna injerencia ni para emitir opinión sobre el proyecto de reforma tributaria que se trata en el Congreso nacional.

No vemos, en realidad, que exista una real intención de sanear la cuestión tributaria, llevando adelante una reforma que simplifique el sistema y alivie un poco la presión que hoy se genera sobre el bolsillo de los sectores productivos.

En cuanto a las perspectivas para el año próximo, entendemos que el Gobierno ha logrado un triunfo importante en las elecciones de medio turno, recibiendo un espaldarazo que le da oxígeno para ir a fondo con algunas reformas que, a su entender, sanearán la economía nacional y contribuirán a la generación empleo y a la disminución de la pobreza, que son –así lo declamaron- los principales objetivos de su gestión. Cuenta para ello con fuerte respaldo de la mayoría de los gobernadores, asegurándose las condiciones mínimas que todo Gobierno necesita, sobre todo cuando no cuenta con mayoría propia en el Parlamento.

Sólo nos preocupa, en este sentido, que en el marco de este acuerdo Gobierno central – provincias, se les ha dejado el frente abierto para que los gobernadores hagan un ajuste hacia adentro con el impuesto territorial, donde –como ya es costumbre- seguramente los productores volveremos a ser la variable de ajuste. Esto nos marca, desde ya, un primer problema para el 2018 próximo a comenzar.

En síntesis, somos cautelosamente optimistas sobre lo que esperamos vivir en el próximo año, porque vemos que la falta competitividad hace que los márgenes de rentabilidad sean muy bajos y no vemos tampoco ningún indicio de que se vaya a producir algún cambio económico importante desde el Gobierno nacional. Este panorama se torna incierto también porque este 2018 será el último de gestión abierta por parte del gobierno de Mauricio Macri, porque en 2019 habrá elecciones generales y –tal como nos pasó en este año- el clima electoral se impone sobre cualquier tema socioeconómico que contribuya al crecimiento productivo.

Por Javier Rotondo. Presidente de la Sociedad Rural de Río Cuarto.