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La falta de gasoil como síntoma de una incertidumbre más amplia y creciente

La producción agropecuaria lleva implícita una serie de incertidumbres que el avance científico, del conocimiento y tecnológico fueron reduciendo a niveles insospechados hace un par de décadas atrás. Sin embargo, es por ahora imposible eliminar ese margen, hoy mucho más estrecho.
La modificación genética para morigerar el impacto de las condiciones climáticas extremas o los ataques de hongos o insectos es una de las más destacadas, aunque dentro de un abanico que pone al sector agropecuario a la vanguardia de la innovación, lo que lleva como resultado a una producción de alimentos cada vez mayor haciendo uso de los mismos recursos o de la misma superficie. Hay mucho camino aún por recorrer.
Pero fuera de esa esfera que la ciencia permite ir doblegando a paso firme y sin pausa, hay otras fuentes de incertidumbre que en particular en Argentina tienden a agudizarse y que están vinculadas a los cambios de las reglas de juego y la falta de gestión.
Allí irrumpe nítido algo que por estos días salió a la superficie con fuerza pero que en realidad venía arrastrándose desde hace unos meses: la oferta limitada de combustible, en particular de gasoil, que se transformó en escasez. En el sur de la provincia fue el punto más crítico del país y por el cual los transportistas emprendieron un reclamo en las rutas de la región. Pero tranqueras adentro la situación es muy compleja para muchos productores y contratistas que deben peregrinar para conseguir gasoil y poder cumplir con la cosecha de soja antes que sea tarde.
Resulta inexplicable que en el momento en el que todo el aparato productivo de la mayor actividad generadora de dólares que tiene el país se pone en marcha no haya suficiente combustible disponible. No fue una sorpresa; el campo tiene ciclos bien marcados que permiten anticipar y proyectar, en este caso, la curva de consumo de combustible para esta época del año, que no varía demasiado con la de la campaña previa ni con la anterior. Hoy hay que volver a improvisar soluciones sobre la marcha y seguramente con costo para los productores. Improvisar eleva los costos siempre.
El episodio del gasoil no es más que uno más dentro de un cúmulo de contratiempos que vive el sector productivo a diario. El cambio en las reglas de juego es permanente. Hoy saber cuál será la carga tributaria para la próxima campaña triguera es un enigma porque hay un esquema de derechos de exportación cuestionado por su constitucionalidad en la Justicia, un sector del Gobierno que agita las retenciones móviles y varios proyectos en el Congreso que plantean la necesidad de reducir gradualmente hasta eliminar ese tributo distorsivo. Fueron muchos los años en los que se sembró con un conjunto de reglas y se cosechó con otro. O peor aún, el ganadero, con plazos más largos, ve cambiar las condiciones en varias oportunidades hasta que su animal está terminado sin saber nunca cómo serán el día que deba subirlo a un camión.
El sector productivo necesita de una vez por todas un escenario estable para poder expresar todo el potencial que tiene y que sin dudas es mucho más amplio de lo que muestra en este contexto plagado de dificultades, muchas autogeneradas por malas políticas o falta de gestión.
El campo es sin dudas parte de la solución a muchos de los problemas de Argentina, pero para eso es imperioso planificar y fijar parámetros estables para dotar de certeza y tranquilidad al que que apuesta por el futuro.